viernes, 8 de enero de 2021

Jorge el Etcheverry, truhán de géneros. Primera Parte. Transferencias: de la epopeya a la utopía en el texto urbano

 Por José Carlos Sánchez Lara

Decir, “Los textos de Jorge Etcheverry son a la poesía chilena  lo que los films de Tarantino a Hollywood”, ahorraría algunas páginas. Dirimiríamos debate surgido en torno a autor tan problemático.

Actualizaríamos lo paródico, el sentido “rompedor” dentro de su obra. Aunque en rigor, para establecer aquella figura (Los textos de Etcheverry son a la p. chilena  lo que los films de Tarantino, etc.) se impone “viajar”. Retrotraernos al  Chile del año 22. Allí encontraríamos  orígenes de  un arte que  se consolida a través de una multiplicidad  hablativa (sic), genérica. Por “transporte” la figura se volvería creíble, ya que 1922 es año axial para la literatura del país. Ese año Pablo de Rokha pública Los gemidos.  Sin este volumen no hay poesía de vanguardia en Chile. Lo demás cae por su propio peso. Devenir lo opuesto a  reglas de un organigrama. Dejar de repetir como las radios, las pulgas, las cotorras (que es lo que los intelectuales hacen). Pero no Quentin T. (quien se reitera a sí mismo hasta borrar las límites de la cinematografía).Pero no Etcheverry Jorge (quien para existir se convierte en mujayin de los objetos literarios). Su evasionismo se origina en un participar “afuera”. En un volverse habitable en el reborde de los géneros.   

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Indica el Larousse: “VIAJE: m. Jornada de un país o de un punto a otro. Sinón. Expedición, exploración, peregrinación, traslado. // Escrito donde se relata lo que ha observado un viajero. //  Ida y venida de un lugar a otro: llevar una carga en dos viajes.//Agua que se conduce por cañerías para el abasto de una población.// Taurom. Derrote”.[1] Este ensayo quiere subscribirse a la  segunda y tercera acepción. De ser posible trabajar sobre una analogía (sin interrumpir las asociaciones del que lee). Ida y venida=Memoria; carga=Poema; dos periplos =referentes Sociales y Estéticos. Etcheverry “mete” en un fardo su dolor. Parte del padre (Rokha-Chile-Dictadura) hacia el monstruo (Exilio-Ottawa).  Por ende, Evasionista es aquel que huye de su padre (de lo trágico, del recurso textual, los géneros). Podemos comenzar.   

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Seguramente la lectura de Neruda y Vicente Huidobro activó en la calología un pensamiento de recuperación, de porvenir: un claro. Se enfrentaba al ser consigo-mismo. O asistíamos a un fondo preterido en juventud. Aquellos “lindes” del poema. Palpaciones donde fluye “lo inicial de uno” (sic): tus palabras fuertes del idioma. Entonces sólo había que “atender”. Palpitar era lo grave. Lo decían, por ejemplo, tres líneas: “El padre eterno está fabricando tinieblas en su laboratorio / y trabaja para volver sordos a los ciegos. Tiene un ojo en la mano y no sabe a quién ponérselo. / Y en  un bocal tiene una oreja en cópula con otro ojo.”[2] O cuatro, magnificas: “Por eso el día lunes arde como el petróleo / cuando me ve llegar con mi cara de cárcel, / y aúlla en su transcurso como una rueda herida,/ y da pasos de sangre caliente hacia la noche”.[3] Incluso una: “No hay bien no hay mal ni verdad ni orden ni belleza”.[4] Pero un día apareció Pablo de Rokha. Poeta-forajido que irrumpía “abriendo a patadas el silencioso e inmovilizado templo del arte por el arte”.[5] Ocurrió cuando intuimos que la “intrusión” de Huidobro era suficiente por anómala. O porque la tradición, a pesar de sí misma, “insistía” en desprogramar “aquello”. Sin embargo, al prorrumpir,  esas imágenes centrales de la Estética (regla-ruptura) se diluyeron,  o interpusieron  una sobre otra, creando placa que impedía la ojilectura, el volver.  Se habían “roto” nuestras captaciones del poema. Sustraer o alimentar. La recuperación se deslió como vinagre en agua.  ¿Habría que “zurcir” otros “yo-soy”? Porque fue inútil raspar, con el dedo que proyecta la extrañeza,  sobre algunas superficies.  Ante la propuesta de Rokha,  perdimos nuestra utilería crítica y éramos ya un sitio con ninguno. ¿Qué hacer con aquel salteador de caminos de la literatura hispanoamericana? ¿Dislocarlo?  ¿Convertirlo en pieza de boicot?  Así fue. Los pocos facsímiles que se venden de Los gemidos no sobrepasan diez ejemplares. El resto sirve como papel de envolver en una carnicería. La mejor escritura del país no tenía otra utilidad, en apariencia, que almacenar mondongo, y  cuartos de vaca. Denostador de la medianía y raquitismo que —proveniente de Europa— se hallaban residenciados en la poesía  de su época, produjo un arte tan insolente que fue atacado con ferocidad. “Cobraremos duro”, parecía recordarle la intelligentzia  chilena con cada exención de antologías, con cada denuesto que cuestionaba sus orígenes, con el ninguneo y chisme que son las armas predilectas del teórico. Los profesores y poetas engominados no le perdonarían su novedosa y corajuda estética. ¿De dónde sacaba inspiración aquel muerto de hambre? ¿De cuál destrozo, de qué espina en el tímpano?  Aquel que “recién inaugurado en plena juventud, se había transformado en  un dolor  estético”[6] debía, intelectualmente, morir. El dictamen, unísono, clandestino, fue elaborado con astucia. Se le redujo al anonimato. Con actitud mujeril le exceptuaban de ateneos, sociedades de autores, y sobre todo: de innúmeras  colecciones de poesía chilena con que los magísteres culturales justificaban su manutención. En ciudad de ideólogos, rectores con expectativas, ya era suficiente con Neruda. Así que en la aurora gélida del 10 de septiembre de 1968, el viejo iconoclasta se mató. ¿Qué importaban otros gritadores: Parra, Gonzalo, Lihn? La Rectitud terminó de conformar su Morfología del Espanto. El espécimen de “gestos cuadrados como retratos”, de “gestos polvosos como borricos”, el espécimen  “que vive, que defeca, que está absolutamente casado con doscientos kilos de carne imbécil / y canta,  / y llora, / y corre, / y hace  chiquillos sin cabeza, / y dice gruñendo: “la ley, la justicia, la belleza de los cielos abiertos”[7], se declaró a si mismo triunfador. Este sería en síntesis el drama del más grande poeta de Chile (exceptúo a Nicanor a quien Rokha solía llamar: Un pingajo del zapato de Vallejo).  

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En 1961 Jorge Etcheverry descubre Los gemidos. El encuentro con la maquinaria rokheana fue concluyente para que este joven anarquista (con formación académica y testigo de una contracultura) adopte la poesía como lugar de revisión histórica. Aquel texto agudiza su ya dilemática relación literatura-poder (uno de los tópicos en su obra poética y ensayística). Su lectura activa una conciencia de lo autónomo. Así Borges ante Lugones, la “aparición” del suicida lo enfrenta a su chilenidad (a ese apósito que es nuestro destino sudamericano dentro de la zanja atravesada, hibrida, de  las artes continentales).   

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       “No mencionemos siquiera las Iluminaciones, Una estadía en el Infierno.

        Dejemos por el momento de lado al viejo Eliot. Reconozcamos

        a potencia desmañada del viejo De Rokha”.[8] 

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En inicio, idéntico desprecio por el “espécimen de las aulas”,  por burócratas y rectores de actitud oblicua,  lo vincula al padre nefando. En el santiaguino, pese a todo, la crítica es ambigua. El manejo de la ironía, como elemento “descomponedor”,  adquiere una significación que recubre una ideología y una burla (incluso contra el hablante). 

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      “Empuñando en la mano, metida en el bolsillo, una imprecación / o una lucha implícita contra las otras especies animales / El vaca / El burro / El chancho /  El rata / El pajarito / El buitre /  El reptil y el sapo, las despreciables cucarachas, las / urracas parlanchinas, el camaleón, mamá, el camaleón, / el gusano (en sus dos acepciones)”.[9] 

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Y es que J.E. agregó a aquella contundencia: apunte filosófico,  ironía cínica,  teatro. Percusionó  sobre una vitalidad, sin dudas que pleonástica, hasta anestesiar lo trágico. Así extraía un tosigo, un jugo que usaría para simular todo un carácter. Del background heroico de Rohka (virtuosismo adjetivador o desmesura que, obsedida por aislamientos, “conseguía transformar en arte  hasta los más terrestres y vegetativos objetos” del entorno[10]) monta una película donde sus  personajes deliberan sobre el porvenir, las revoluciones, lo urbano como maquinaria.  La ciudad deviene universo irrepresentable por el “hondo discurso”. Se trata de escrutar en la particularidad de lo chileno, no ya desde lo sanguíneo y telúrico (desde esa ascendencia que es pura mítica). Al trascender los componentes con que Rokha fabrica su epopeya, aparecen rotativas: testimonios: fotos. Pedazos de secuencias filmadas desde un pub.  Desde un lugar que siempre es “la noche, con o sin sus mirillas abiertas, con o sin injerencia alguna en nuestros asuntos”.[11] Pero la intensidad rokheana se mantiene; sobrevive en este cínico (mezcla de Diógenes-Burroughs) que lejos de integrarse, persiste en boicotear la literatura de concursos patrios. En El sopor de los pájaros (uno de sus grandes poemas) un protagonista que no es Ginsberg, Whitman ni Etcheverry,  sino los tres, de repente surge. La denuncia es horrísona, aunque se escabulla entre la belleza, vigilante. (El tono escatológico se lo debe al poeta de Licantén). 

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        “He dado lo mejor de mí en los combates –––He marchado / largo tiempo entre las ruinas radioactivas de las ciudades, / con los pies envueltos en jirones, hostigado por el sol […] / con un bolso de ciruelas secas al costado––––– / “He recorrido las apenas calles marginales, vivido mucho tiempo / tendido sobre el huaipe decorado por las legumbres movientes / de las baratas. He aprendido a callar ante la mirada de los / perros […] a robar  el carbón y / a cerrar los parpados de los flacos niños de vientres hinchados. /  “Los escarbadores de tarros de basura, los despiojadores / de perros, los vagabundos sin piel y sin lengua, los jóvenes / delincuentes de masilla y harapos, las prostitutas de trece / años, con un olor picante a la altura del vientre. […] / la noche me encontró en un canal de fango y excrementos, / […] Hace tiempo, me acuerdo, de un fuego de carbones y huesos. / He conversado con las ratas”.[12] 

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No hay dolor: apuntes. O mejor dicho: el dolor yace anestesiado. Se le ha puesto un bozal al referente. Es  un espectro que aprendió a reír, El Etcheverry. Uno que sabe bien “como lavarse las manos luego de tocar las partes pudendas”.[13] El vigoroso surrealismo de una parte de su obra, libre del procedimiento automático, es músculo conque  aquel construye una ciudad para el lector. Cada escena es nutriente  para nuestro “cerebro ciego”. Por acumulación se particulariza la urbe que el poeta ve. Síntesis de dos fríos centrales: Santiago/Ottawa.  Por su negación se vuelve transitable. Costumbre de abdicar de lo que dice. Es aquí donde se transforma en poeta extraño: manía de historiarse en los significados del texto. Traumar la crónica en apunte, el apunte en antípoda de sí. Aparece un teatro profundo. Por esto dejamos de ser lector (en su sentido más literal), contemplamos la realidad desde otro ángulo. Aquí se “clasifica menos y se disfruta más”, ha dicho Magdalena Ferrero[14]. ¿Poema, cine, periodismo, video clip, ensayo, documental, puesta?   Si insistes en clasificarlo el tono te traiciona.  Lo que admite, incluso, una disquisición. Acordemos, por ejemplo, que todo libro de poemas es parte constitutiva de un lugar que lo precede. Dígase: género y  las tradiciones que en su transcurrir ha propiciado. Por tanto, si un libro de poemas es incluible en un hecho  anterior (la escritura de Poesía), reúne de suyo los materiales que conciernen  al evento. O, si el conjunto que denomino ‘libro’ es apto para situarse en aquella solicitud, ¿todo libro de poemas contiene esos patrones que lo constituirán? ¿Qué sucede cuando el conjunto que denomino ‘libro’ no consigue adaptarse al hecho que lo prefigura? Aparecería como desviación de aquel estado de cosas al que ya no responde. ¿Dónde ubicarle? ¿Si el conjunto no puede entrar en lo que lo define, deja de ser cosa? Si el conjunto que denomino ‘libro de poesía’ no se constituye en él  una vez elaborado ¿cómo, y cómo qué, lo pienso? ¿De qué modo, y en tanto qué, lo articulo? Mas, si no pudiera negarse que pese a todo en aquella obra que lo precedente excluye, se oculta “una figura del mundo”, entonces el aserto contendría sentido, o lo emitiría.  Explicación más directa habría que buscarla en Manuel Jofré: “Lo que Jorge realiza, primero que nada, es una escritura y en ese marco hay que entenderlo”. Más adelante el crítico insiste en que esta “dialoga con el sistema de la poesía chilena en el interior,[…]la literatura contemporánea” y “la coyuntura política global”.  De ahí su “politematismo”: “una lucha ideológica que son los choques entre las placas tectónicas gigantescas de índole temporal y espacial, expresadas en el embate ideológico”.[15] Además, perdido su lugar en el mundo, y sin adecuación  a los espacios que “abren” la tecnología  y el discurso utilitario, el poeta se separa de las cosas. Pierde cualidad de relación porque el signo mismo ha entrado en crisis. La distancia entre palabra y objeto se ha ensanchado. Ocurre un descentramiento, común  a todos los seres  bajo el “hacha” de la modernidad, pero que en el vate se enfatiza hasta encarnar una suerte de conciencia del vacío. Imposibilidad de  restaurar los discursos del yo, las estabilidades genéricas. Potencia rota. Todo intento de recuperación del ser, sea en su versión romántica o en su contrapartida vanguardista, encarna ridículo. Al asumir este ridículo se “cae” en el performance. Al negarlo, el ridículo  destruye esa obra, la invalida. ¿Qué hacer? La solución  una vez más radica en el modo. Aplicación de estrategias que ataquen la estructura,  envoltura, dicción, y encarnadura misma del lenguaje, del escrito.  Es esto lo que  Jorge Etcheverry sabe hacer muy bien. Aunque situarse en el umbral de lo poético y la prosa urbana, implique desaparecer al sujeto-apéndice de un orden anterior y sustituirlo por su deformidad, su otro. Así el yo de sus poemas (o más bien cronipoemas)  “desaparece detrás del tumulto de las frases, de la hinchazón del verso”.[16] Es un yo de utilería, un doble.  

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De otro modo, lo que sucede a esta “poesía” tiene su explicación en el destierro, no en su zona política, retóricamente doctrinal, sino en su parte más dura: hacerse vacío, rodearse del vacío que es el viaje, para ser. Su literatura son interpretaciones de un sistema de desarraigo.  Razones hay para creer que el poeta-emigrante extiende aquella exinción (partir de un orden formativo hacia uno deconstructivo) a la propia obra, entendida como transcurrir. Si todo viaje es interregno, malheur dans sedition, quien se traslada apunta (segunda acepción del Larousse).  No tiene opciones, voluntad de testamentario. Se ha dicho que además de referir “una situación de exilio […]  su escritura  “remite al otro mundo”. Al del chile dictatorial de los 80 “a través de una multiplicidad de voces que asumen el rol de hablantes, en una ciudad sitiada, pero donde las manifestaciones de rebeldía son visibles”.[17]  Esto no deja de ser verdad. Pero la valoración de  Naín Gómez apenas cumple una hermenéutica de campo. Olvida algo importante.  Si bien  los  materiales externos, psicológicos, configuran al poema, un poema no se hace  de estas realidades, se hace con palabras. La unidad exilio-inxilio,  no es lo que permite que un poema se produzca. Los componentes de lo real no se “explican” en la escritura como “los componentes de lo real”, sino como elementos que las herramientas de escritura disponen en un espacio dado. Así usa los mecanismos con que lo real se constituye para resolver sus dificultades. Esta es su relación; representarla es asunto que sólo a ella le concierne. Entonces: nunca son las 3:06 del lugar de nacimiento en los poemas que Etcheverry escribe. Tampoco las 3:06 del escenario físico (terraza, interior de pieza obscura, pared bañada con luz expresionista). Sus poemas ocurren en tiempo-de-cerebro: en la hora “pardorojiza” de la diáspora. Una diáspora que [ya] no es necesariamente direccional, continental, ni siquiera idiosincrática, sino lingüística. Su conflicto ideológico es la lengua castellana (en la variante de una región de  Suramérica) en medio de un país bilingüe. 

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   “Todos soldados menores en la guerra por el territorio del español”.[18]

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Toda poética que tiende al mestizaje de categorías, se declara contraria a los remakes del repertorio canónico, a  cualquier “pacificación” formal. Así este Etcheverry (ni perro ni coyote: lobo de Tasmania del idioma). Con respecto al coto preceptivo, a las reglas standars de la literatura, es caótico, marginal, anárquico.  Con respecto a esa línea de escritores siempre inclasificables, uno de los más grandes poetas chilenos de esta época. Evasionista de géneros porque en su escritura aquellos devienen entidades limítrofes, entre todos y ninguno.  Podemos continuar.

 

 

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NOTAS

 

[1]  Pequeño Larousse Ilustrado, Ramón García-Pelayo y Gross, Editorial Larousse, 17, Rue du Montparnasse, París, Francia, // Buenos Aires, Argentina, 1976, p. 1061.

[2]  Vicente Huidobro, “Temblor de cielo”, en Vicente Huidobro, Altazor / Temblor de cielo, Ediciones Cátedra, Madrid, España, 1981, 2003, p. 141 

[3]  Pablo Neruda, “Walking Around”, Residencia en la tierra II, en Pablo Neruda, Antología Nerudiana, Editorial Porrúa, D.F., México, 2006, p.45 

[4]  Vicente Huidobro,  “Altazor”, opus cit., p.61

[5]  Carlos Droguett, “Pablo de Rokha, trayectoria de una soledad”,  en Pablo de Rokha, Epopeya de las comidas y las bebidas en Chile, Editorial Casa de las Américas,  La Habana, Cuba, 2008, p. 8

[6]  Ibídem, p. 11

[7]  Pablo de Rokha, “Tonada del Iluminado”, Cosmogonía 1922-1927, en Pablo de Rokha, Epopeya de las comidas y las bebidas en Chile, Editorial Casa de las Américas, La Habana, Cuba, 2008, pp.60-61

[8]  Jorge Etcheverry, “Perro con alas”, El evasionista, Ediciones Cordillera , Ottawa, Canada,1981, p. 16 

[9]  Jorge Etcheverry, ibídem.

[10]  Carlos Droguett, opus cit., p.24

[11]  Jorge Etcheverry, “El gran sueño”, opus cit.,p.96

[12]  Jorge Etcheverry, “El sopor de los pájaros”, opus cit., p. 100

[13]  Jorge Etcheverry, “Cosmología”, opus cit., p. 92

[14]  Magdalena Ferrero, “La minificción de Jorge Etcheverry: un juego verbal entre géneros”, en Jorge Etcheverry. Escritura en foco: vanguardia, exilio, desafio,   Qantati E-Books, Qantatiliterario, Ottawa, Canada,2009, p. 33.http: //www.qantati.com/doc/pdf/e-book01-Jorge-Etcheverry.pdf

[15]  Manuel Jofré, “La escritura de Jorge Etcheverry, Jorge Etcheverry. Escritura en foco: vanguardia, exilio, desafío, Qantati E-Books, Qantatiliterario, Ottawa, Canada, 2009, p. 37. http: //www.qantati.com/doc/pdf/e-book01-Jorge-Etcheverry.pdf

[16]  Jorge Etcheverry, “Asamblea de codornices”, opus cit., p.112 

[17]  Naín Nómez, “Exilio e insilio: representaciones políticas y sujetos escindidos en la poesía chilena de los setenta”, Revista Chilena de Literatura, Abril 2010, Numero 76, pp. 105-127  I. Dossier Bicentenario, reproducido en “Comentarios acerca del autor”, Jorge Etcheverry, Cronipoemas, Split  Quotation / La cita trunca, Ottawa, Canadá, 2010,  p.101 

[18]  Jorge Etcheverry, “Núñez / Gagnon  (homenaje a la ñ )”, Cronipoemas, Split  Quotation / La cita trunca, Ottawa, Canadá,2010, p. 81

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José Carlos Sánchez Lara. Nació en Cienfuegos, Cuba (1969). Poeta y narrador. Con su libro Regiones obtuvo el Premio de Poesía “Luis Rogelio Noguera” en 2004, considerado por la crítica como uno de los libros más raros de la vanguardia poética en Cuba de los últimos 10 años. El crítico Ismael González Castañer lo incluye entre los cuadernos más “rupturales”, “innovadores”, “anticonvencionales” y “sumamente experimentales”, producidos en ese período, llegando incluso a denominarlo como: “el extremista (sic) poemario REGIONES”. [CUBA LITERARIA. Veinte años del premio de poesía Luis Rogelio Nogueras.] Sus poemas han sido publicados en revistas cubanas como Azotea y El Caimán Barbudo y en revistas universitarias norteamericanas como Rio Grande Review y The University of Texas en El Paso, al igual que en publicaciones virtuales en la Red como Alba Volante, El Coloquio de los perros y La Zorra y el Cuervo. Fue incluido en la Antología de poetas cubanos del exilio que publicó la editorial Aduana Vieja en Valencia, España (2011). En la actualidad reside en los Estados Unidos.

 

miércoles, 19 de marzo de 2008

Apertura: Ramón Sepúlveda, codirector de la Red Cultural Hispánica abre el simposio con palabras de bienvenida a los presentes

Sharon Khan lee su traducción del poema “Reflection towards the South I”

Claudio Durán “Reflexión sobre Reflexión hacia el sur de Jorge Etcheverry”

Zaira Espinosa “Vitral con pájaros de Jorge Etcheverry: la poesía fotografiada a colores”
Magdalena Ferreiro “La minificción de Jorge Etcheverry: un juego verbal entre géneros

Feliciano Mejía “Marirí de Shanti y Etche” (in absentia). Lee Francisco Ucán
Lou Reeves “The Impact of Jorge Etcheverry’s Writings on those Individuals on the Periphery of Spanish American Literature within the Anglophone Culture”
Camila Reimers “La espiritualidad en la prosa de Jorge Etcheverry”
Fernando Veas “Lenguaje, realidad, vuelo y memoria en la poesía de Jorge Etcheverry”


Otras colaboraciones que no fueron leídas en el simposio

Manuel Jofré “La escritura de Jorge Etcheverry”

José SÁnchez Lara “Ante Cuarteles de invierno: Un acercamiento a la poesía de Jorge Etcheverry

Ramón Sepúlveda “Lluvia de marzo en Santiago”
Julio Torres-Recinos “Jorge Etcheverry o el poeta de la conciencia”

Clausura: Gabriela Etcheverry

*El contenido se ordena según como fueron presentándose las ponencias o intervenciones durante el evento.

Introducción

El material incluido en este libro es el resultado del primer simposio de la Serie “Autores hispano-canadienses” que la Red Cultural Hispánica inauguró con la obra de Jorge Etcheverry el 22 de junio de 2007. El propósito de esta actividad anual es darle una oportunidad a los interesados para que escriban y presenten sus trabajos sobre el autor elegido ante un público amplio. Creemos que es una buena manera de dar a conocer y difundir la obra de los escritores latinoamericanos más conocidos en el medio canadiense.

La Red Cultural Hispánica es un organismo sin fines de lucro, creado con el fin de mantener y promover la cultura hispánica, principalmente en Canadá. En el contexto de la Red, “cultura” se entiende en un sentido amplio, que abarca la gama completa desde lo popular a lo culto, manifestada en todas sus expresiones (plástica, cine, teatro, prosa, poesía y otras formas literarias, folclore, humor, artesanía, ensayo, crítica, teoría, comentario, música, entre otras). La Red no presta apoyo a ningún contenido, expresión o intención (explícito o implícito) sexista, racista o socialmente discriminatorio.

El modo de funcionamiento es participativo y de colaboración. Sus actividades de publicidad/difusión de basan en una listserv/website que recibe y difunde información sobre los eventos y actividades. Los fondos para las actividades provienen de la cooperación de las diversas partes interesadas u organismos auspiciadores.

Específicamente la Red Cultural Hispánica coordina, apoya o implementa actividades, eventos y proyectos culturales que se ajusten a los fines explicitados. Difunde y promueve tanto los eventos organizados por la Red misma como los organizados por otros organismos; facilita y organiza eventos y proyectos culturales (no necesariamente en español) relacionados con la cultura hispánica, originados en Canadá o el extranjero por individuos, agrupaciones e instituciones con propósitos afines.

Ramón Sepúlveda, codirector Gabriela Etcheverry, codirectora

La espiritualidad en la obra de Jorge Etcheverry

Camila Reimers

Conocí a Jorge Etcheverry a través de su poesía, sin embargo me conquistó con su narrativa.
En las noches de literatura organizadas por El Dorado en Ottawa, Jorge siempre es presentado como “el poeta” y me quedé con esa idea, a pesar de haber leído algo de su prosa en algunas revistas y diarios locales.
La novela De chácharas y larga vistas, editada por La Cita Trunca/Split Quotation en Ottawa en 1993, es la obra principal de Etcheverry en prosa, sin embargo antes de leerlo, mi curiosidad por conocer más de su narrativa despertó cuando recibí el primero de una serie de correos electrónicos acompañado de una historia que me hizo reír pero también filosofar sobre la vida.
Es su narrativa lo que me llevó a continuar explorando su trabajo, descubriendo una honestidad a toda prueba no sólo en el ámbito social sino también en el diario enfrentamiento personal de esos sentimientos incómodos que en general deseamos esconder. Se necesita una madurez que va más allá de la visión egocéntrica que nos impulsa a proyectarnos en el mundo para presentarnos tal cual somos, sin ínfulas de grandiosidad tratando de convencer a otros que poseemos las llaves del reino. Jorge tiene la capacidad de expresar los más intrincados sentimientos filosóficos de la manera más simple.
El concepto de espiritualidad que deseo expresar en este ensayo, va mano a mano con el significado que encontramos en el diccionario de la Real Academia Española, es decir la naturaleza y condición de espiritual. Calidad de las cosas espirituales. Indudablemente no me refiero ni a dogma ni a prácticas rituales sino a una visión de intereses diferentes y muchas veces aparentemente contradictorias.
En su artículo “Dios y la escritura” Jorge expresa este concepto de contradicciones, primero declarándose abiertamente marxista para luego continuar explicando lo que Dios piensa de él:
“Hoy es sábado, mañana es domingo. A eso de las nueve van a empezar a repicar las campanas de las múltiples iglesias, ya que vivimos en los márgenes del barrio italiano. O a lo mejor a las siete, lo que pasa es que yo tengo que dormir con tapones para los oídos, mi vecino del piso de arriba es un joven oriental, muy macizo e hiperactivo, que debe practicar artes marciales, pisa bastante fuerte y parece que cambia de lugar los muebles en la noche.
Mañana es domingo, pero no voy a misa. A decir verdad, fui hasta los dieciséis años, pero la vergüenza de confesar mis asiduos y solitarios pecados adolescentes y luego mi posterior acercamiento al marxismo me alejaron de la religión y su principal vehículo para los católicos: las vastas bóvedas de las iglesias, cuyas más famosas representantes visito sin embargo con placer estético y recogimiento si me encuentro en alguna capital como Roma o Ciudad de México. Además de que si existe, a Dios no le gusta lo que escribo. Pero quizás no. Si así fuera hace tiempo que me habría incapacitado. Pese a mi edad, que no voy a confesar, sigo siendo aficionado al alcohol, al ocasional cigarrillo, a las paranoias y a las pataletas, soy un poco adicto a la adrenalina, además de que mi dieta tiene bastantes huevos, carne y azúcares. A Dios no le hubiera costado nada mandarme un infarto (toco madera) y ya no hubiera tenido que soportar lo que escribo, ya que Él puede leerlo todo, no es forzoso que esté publicado, ya que además de ser omnisciente está en todas partes.”
Al leer estas líneas, sentí que Jorge hablaba por muchos, de una manera directa, con un oscuro sentido del humor, narrando acontecimientos del diario vivir, lograba preguntar y responder las dudas que los seres humanos arrastramos sin detenernos a reflexionar porque estamos ocupados con asuntos más importantes, sin darnos cuenta que son precisamente estos detalles los que enriquecen la vida.
En muchos de sus escritos Jorge menciona a Madame Blavastky, Krisnamurti, conceptos budistas y taoistas. Jamás se me habría ocurrido expresar la síntesis del pensamiento taoista de la siguiente manera:
“Usté no es ná, ni chicha ni limoná”, decía parte del estribillo de una canción de Victor Jara, asesinado en el estadio nacional de Santiago de Chile durante los primeros días del golpe de 1973. Difundida en los días más álgidos de ese período, en la letra se incitaba al tibio radioescucha a definirse, a tomar partido, a no quedarse en el medio…. Los occidentales que adoptan el taoísmo tienden a entender bastante bien los ingredientes opuestos que componen todo lo que existe, el Yin y el Yang, pero tienen problemas para hacerse una idea del Tao, la entidad universal que abarcaría ambos extremos.

lunes, 17 de marzo de 2008

Jorge Etcheverry o el poeta de la conciencia

Julio Torres-Recinos
Universidad de Saskatchewan, Canadá

Es difícil tratar de definir la poesía de Jorge Etcheverry, un escritor poseedor de una voz poética propia que salta de registro a registro, de tono a tono, de contenido a contenido, con una versatilidad y un dominio sorprendentes. Este poeta chileno (n.1945) que ha vivido en Canadá desde 1975, ha combinado con maestría las labores de poeta, narrador, crítico, traductor y editor (a él se le deben varias iniciativas editoriales), convirtiéndose en un verdadero hombre de letras. No causa sorpresa que Jorge Etcheverry sea considerado uno de los intelectuales más sólidos de la comunidad hispano-canadiense. Su voz poética sobresale por ser de las más consecuentes, originales, constantes y mejor trabajadas de la poesía canadiense en español. En este trabajo me propongo analizar los dos poemarios más recientes de Jorge Etcheverry, Vitral con pájaros y Reflexión hacia el sur, comentando aspectos como la organización de los libros, la temática y los procedimientos estilísticos con el objetivo de comprender mejor estas dos obras y, en general, la poesía de Etcheverry.

Parece que Etcheverry se resiste a que se le ponga cualquier tipo de etiqueta. ¿Es chileno, canadiense o hispano, por ejemplo? Pregunta ésta no fácil de contestar porque Jorge Etcheverry no se adhiere a un solo país o cultura, pero no renuncia a ninguna, problematizando así la cuestión identitaria; y va más allá, hasta ser un ciudadano responsable del mundo en que vive. Vitral con pájaros, la antología que la Editorial Poetas Antiimperialistas de América publicó en Ottawa a mediados del 2002, pone en evidencia la oposición de este poeta a que se le encasille.

El libro contiene cincuenta y cinco poemas que dan una muestra del quehacer poético de Etcheverry a través de más de treinta años. Esta antología recopila poemas que datan desde mediados de 1960 ("El astronauta", de 1966) hasta poetas de finales del siglo ("Ícaro", de finales de 2001). Es importante notar que los poemas aparecen de un solo tirón, uno tras otro sin que exista ninguna división ni explicación de ningún tipo. El lector por lo tanto no tiene una guía que lo ilumine temáticamente, va expuesto a lo que el poeta le ponga enfrente. Muchos de los poemas ya han aparecido publicados en diferentes medios, mientras que otros son inéditos. Le queda al lector adivinar.

Tampoco aparecen ordenados cronológicamente; se presentan entreverados, tanto por la fecha en que fueron escritos como por la temática. Explica el autor en la pequeña introducción: ". . . no he querido dividirlo [el libro] en partes que pudieran introducir una separación artificial, de la misma manera que no se puede hacer en la vida real. . ."(11). El lector tiene de esta manera la visión del poeta que reflexiona sobre diversos aspectos de la experiencia humana. A aquél le queda el trabajo de adivinar la época en que fueron escritos los poemas y las preocupaciones del escritor en la época en que compuso determinado poema. Otro problema que se le plantea al lector es el de la relación que existe entre los poemas, especialmente entre los que se siguen secuencialmente, suponiendo que se lean los poemas de esa forma y no como Etcheverry autoriza al lector en la introducción, quien [el lector/a] "podrá pasar de una parte a otra como se recorren la piezas de una casa" (11). Aparecen entreverados poemas de tono y preocupación variada que inevitablemente ocupan un espacio lineal en el libro, causando a veces sorpresa esta yuxtaposición.

La poesía de Jorge Etcheverry se caracteriza sobre todo por la lucidez con la que, y empleando un tono conversacional ya de larga tradición en Hispanoamérica, trata diversos temas capitales al ser humano de nuestro tiempo. El poeta nos va entregando las vivencias y preocupaciones que va experimentando en el trajín cotidiano. Etcheverry adopta a veces un tono serio o filosófico, a veces una sonrisa burlesca o irónica, pero siempre se expresa con una inteligencia poética extraordinaria que le permite usar a menudo un lenguaje directo, pero con una fuerza y cuidado que denotan un dominio del discurso poético.

Muchos poemas de Etcheverry emplean un lenguaje en el que el contenido se hace evidente. Son poemas que se entienden sin dificultad, sin que esto haga que su fuerza disminuya. A veces son poemas narrativos, como "Teotihuacán" (42-5) donde el lector puede seguir al poeta en sus impresiones sobre un viaje a México (la crítica está muchas veces presente en estos poemas, como en éste, en el que se denuncia desde el comercialismo del turismo, hasta el cinismo del sistema político). Otro poema muy logrado es el que tiene por título "Conversación con Martínez", donde el poeta reflexiona sobre la amistad de viejos amigos y cómo los ideales han ido cambiando. En tono desilusionado pregunta la voz poética:

Dime Erik, viejo perro. . .
dónde están los otros
los compañeros de la vanguardia
los que se atrevieron a medias en el 68
pero que no se atreven más. . . (39)

El tema de los ideales traicionados recurre a menudo en Etcheverry. En el mismo poema, continúa: " . . Porque te digo / los otros están ocupados en otras cosas: / de sus libros de ensayos / de sus cátedras. . ." (40). La repetición de "otros" subraya la ausencia de lo que en realidad debe importar: el afán de lucha que una vez se proclamó. El mismo tema del individuo que ha olvidado sus ideales aparece en otros poemas, como en "Surrealismo y cereales" (51), "El intelectual y la izquierda" (54) y "Kale borroka" (33-5), dónde se cuenta cómo los jóvenes luchan por cambiar las injusticias "mientras nosotros / los maduros y acomodaticios / miramos por televisión / cómo arrojan piedras . . ." (35).

En la misma vena de poemas narrativos y sin complicaciones se encuentran poemas que denuncian la represión política como "Nilton" (36), que recoge la historia de Nilton da Silva, un brasileño que llegó a Santiago y que murió antes del golpe de Estado en Chile, o "Viriato" (37-8), que también denuncia la represión durante esos años en el país suramericano. Hay poemas muy personales, como "Llegada" (26) que capta la experiencia del joven que se ha ido a vivir a un nuevo país, o poemas tan sentidos como "La Gabriela grande y la Gabriela chica" (22-3) que relata el parecido entre la ex esposa y la hija del poeta; o "Despedida" (48), la elegía a la poeta Ivonne Truque, donde la muerte de la amiga se acepta con resignación, como un acto natural del acto de vivir. Comienza el poema: "No hay campanas / No hay coros ni lamentaciones / Los días fueron fructíferos, después de todo / Pasaron. . ." (48). Y Termina el poeta, como si quisiera confortar a la amiga que ahora debe descansar: " ¿No es cierto, amiga / que no estamos tan lejos? / No importa / cálmese / ahora descanse" (48).

Esparcidos por todo el libro se encuentran también poemas que son más complicados. Estos poemas son muchas veces herméticos, muy abstractos, en los que el lector debe hacer un esfuerzo por tratar de comprender el significado del poema. Frecuentemente, estos poemas oscilan entre lo literal o lo simbólico, si es que se les puede hacer esta lectura. Aquí podemos incluir poemas como "El desprendimiento de los pájaros" (17) "Metáfora" (46) "Caza de brujas" (50), "Épica cotidiana" (16) o incluso el poema inicial "En el bus" (13-4) en el que el lector debe hacer un esfuerzo por encontrar el sentido de lo que lee. Comienza este poema:
Cuadriculado, nublado
El espacio organizándose
la vista que registra
una gama de luz
que sólo ocupa un segmento
del enorme radio de ondas magnéticas. . . (13)

Con frecuencia en estos poemas la única guía que el lector tiene es el título y debe articular su lectura a partir de este punto de orientación. En estos poemas es cuando tal vez con mayor fuerza se vea la inteligencia celeste y ligera de este poeta chileno.

Debe hacerse mención a los poemas de índole filosófica, tales como "Darwinismo III" (52), "Reflexiones del Marqués de Sade" (49), "Gnosis" (19), "Analogía" (25) o "Res Extensa" (72), donde muchas veces Etcheverry reflexiona sobre la condición humana, como en este último, "Res Extensa", en el que se discurre sobre la ontología humana:

El cuerpo
como este perro
sentado a nuestro lado
que espera con ojos implorantes
que le tiremos comida
que lo cuidemos
que lo bañemos. . .
Nuestra existencia oficial
Es de la cabeza para arriba. (72)

Jorge Etcheverry tiene un lado más ligero también, donde se ve muchas veces la ironía y el humor, como en "Darwinismo II" (56) en el que nos hace sonreír por el final inesperado. He aquí una muestra de ese humor:

¿Tú sabías que los calamares emiten una luz
para atraer sexualmente a su pareja
que cambian de color
para esconderse de los peces carnívoros. . ?.
Yo no brillo en tu presencia
cuando estás cerca
tropiezo. . .
Pero te puedo llevar a un restaurante japonés de lo
más mono
para tomar un trago de sake
con calamares fritos. (56)

La citas que aquí se incluyen pretenden que a través de esta pequeña muestra se contemple el dominio de la palabra poética que Etcheverry posee. Aparecen diversas figuras literarias como la metáfora original, en "la esencia de la poesía" (64) por ejemplo, donde dice el poeta: "Y de repente un animal / con carne hecha de memoria / ensueños, el paso del tiempo/ te muestra sus garras . . ." (64). Hay diferentes tipos de aliteraciones que dan a los poemas mucho de su ritmo y también imágenes de mucho impacto como en "Viriato" donde el protagonista del poema cae en combate: "Cae, dice: ahora estoy jodido". / Y se incorpora a la cadena sin fin de nuestros muertos, / formando un eslabón de sangre y hierro". (38) La imagen de la "cadena sin fin de nuestros muertos" refuerza el mensaje de optimismo al saber que la muerte del combatiente no ha sido en vano.

Vitral con pájaros es, en suma, una antología esencial de un poeta fundamental de las letras hispano-canadienses (y de Latinoamérica) como es Etcheverry. Esta edición muy bien cuidada viene a llenar una necesidad al poner en manos de más lectores voces tan propias y de tanta trayectoria como la de Jorge Etcheverry. La invitación está abierta a leer esta poesía clara y vibrante, llena de preguntas, de cara al futuro, pero sin olvidarse de la raíces, de la responsabilidad del poeta ante su realidad.

Reflexión hacia el sur, publicado por Ediciones Amaranta en 2004, contrasta a nivel formal con Vitral. . . En Reflexión hacia el sur Etcheverry vuelve a la prosa, a veces narrativa y a veces poética, característica de Tangier (1997), de A vuelo de pájaro (1998), de El evasionista (1981) y también presente, aunque en menor medida, en La calle (1986). Si Vitral con pájaros lograba unidad estilística con sus versos y poemas generalmente cortos, tal vez por decisión de la editorial, Reflexión hacia el sur logra también esa unidad por el uso exclusivo de poemas en prosa y el tono reflexivo. En ambos libros se sobrepone la voluntad del autor de dar un libro de alta cohesión y conciencia poética.

Reflexión hacia el sur no es un libro de fácil lectura. Jorge Etcheverry no le hace concesiones al lector. Como se señaló más arriba para Vitral..., en Reflexión. . . encontramos también poemas herméticos y fragmentarios tanto a nivel formal, donde las líneas del texto se cortan si razón aparente, como a nivel lógico, en donde se hace difícil seguirle el hilo a la voz narrativa. Esta fragmentación puede ser un aspecto muy positivo de la escritura etcheverriana por su carácter subversivo y su constante exigencia hacia el lector, pero también puede convertirse en una debilidad al dificultar la lectura y hacerle difícil al lector la compresibilidad del texto, al punto de tal vez frustrarlo. Hugh Hazelton, comentando el estilo de la obra de Etcheverry, lo ha caracterizado como discontinuo, experimental y alucinatorio (29), términos que describen con acierto el arte de escribir de este autor chileno-canadiense.

A la dificultad causada por la fragmentación y la ruptura del discurso, que tal vez se deba al carácter conversacional de la poesía de Etcheverry, el cual permite la digresión, habría que agregar el cultivo de imágenes surrealistas, como por ejemplo al principio de “Resplandor extinto”, que dice: “. . . canto a ese cordón umbilical que va como cáñamo de seda saliendo de mi cerebro a tu cuerpo tendido en el sillón por las mañanas. . ." (33). Estas imágenes que enriquecen la poesía obligan a que el lector trabaje en su procesamiento.
La poesía de Etcheverry es a menudo una poesía cerebral que tiende a la abstracción. Esta característica la vemos en muchos poemas, especialmente en “Negro” (26), “La Donna” (38) “Trabajadores del vacío” (40-43), donde tenemos oraciones como “Parece que las vastas construcciones históricas que delineaban sus líneas luminosas en un futuro no tan incierto retroceden en la lejanía. . . “ (42).

El libro toma el título del primer poema, que se divide en tres partes. Hasta allí llega la reflexión hacia el sur propiamente dicha. En cuanto a la temática, ésta es tan variada como en Vitral con pájaros, manteniendo como rasgo característico el tono reflexivo sobre diversos temas como la política, la herencia ancestral, la mujer y otros temas relacionados con las vivencias cotidianas del poeta. Como en Vitral..., Etcheverry presenta los poemas sin ningún orden cronológico, quedándole al lector, si tiene la curiosidad, la tarea de determinar en qué orden fueron escritos.

Vale la pena analizar el tema de la identidad en este poemario. Etcheverry lo aborda de manera irónica. Al principio del libro, en el poema “Reflexión al sur” comienza engañosamente y significativamente con la palabra “somos” para comenzar a hablar, desde un yo colectivo, sobre lo que es el pueblo chileno. Dice el poeta: “Somos un pueblo extrañamente dotado por la naturaleza” (11), comenzando así a definir a Chile de manera esencialista y hasta nacionalista. En este recorrido enumerará las cualidades de la nación chilena, como la geografía, los grandes personajes históricos, la belleza de sus mujeres (13), el carácter del chileno (13). En la sección II se cambia el lugar de la enunciación, ahora se hace desde el exilio, desde donde se recuerda el país lejano. La sección III nos presenta de plano un exilio mezclado con un cosmopolitanismo. Esta primera parte del poemario termina con una nota irónica y amarga. Dice Etcheverry: “Todavía aquí achunchados si hay que decir que en Chile no pasa nada o que pasó todo a quien nos pregunta por aquí “ (20), nota amarga que anuncia la aseveración del poema al final de esta sección, donde asevera, en tono vallejiano, que en “nuestros corazones hay como una música húmeda” (21).

En este mismo poema inicial, y siguiendo con el tono irónico que Etcheverry adopta para el tema de la identidad, afirma: “Somos un pueblo extrañamente dotado por la naturaleza. Gozamos de una gran facilidad de adaptación a otros países, pero nunca nos mimetizamos” (13) (subrayado mío). Esta aseveración contrasta con lo que el poeta dice diez páginas más adelante, en el poema “Postales II: “. . . Y se encerrarán . . . Rodeados de hijos que pálidamente reflejan la propia infancia. De nietos que hablan otra lengua, comen otros alimentos tratando de pensar que los montes y los valles y la larga costa eran un sueño” (23). El esencialismo se derrumba ante el paso del tiempo y a la embestida de la realidad que obliga a la gente a adaptarse, a cambiar, a asimilarse como un hecho natural. A través de este enfoque irónico de la identidad, Etcheverry nos sugiere que la identidad, más que un mito, que una esencia, es algo cambiante, algo en perpetuo movimiento. Comenta sobre el tema de la identidad Julio Ortega:
“. . . Pero, por otra parte, la identidad es una resolución, no simplemente un origen. Si se la presenta sólo como un origen se corre el peligro del esencialismo (según lo cual habría una identidad originaria y todo lo que sigue sería una pérdida), lo que deduce una política conservadora. . . Se corre también el riesgo del determinismo, que impone una versión traumática” (24)

Reflexión hacia el sur reúne las mejores características de la poesía de Etcheverry: una ironía fina que exige una lectura atenta, un humor también característico ya analizado en Vitral. . . , unas imágenes surrealistas, una ruptura o discontinuidad del discurso y una actitud subversiva que permea todo el texto y que, entre otros, se ve en la voluntad de borrar las líneas entre poesía y prosa, entre poesía y relato, entre poesía y ensayo o filosofía. Jorge Etcheverry es el poeta de la conciencia poética, de la conciencia lingüística, de la conciencia social y de la conciencia estilística.

Obras citadas

Etcheverry, Jorge. Reflexión hacia el sur. Saskatoon: Amaranta, 2004.
---. Vitral con pájaros. Otawa: Editoral Poetas Anti-imperialistas de América, 2002.
---. A vuelo de pájaro: Miniantología personal. Otawa: Verbum veritas, 1998.
---. Tangier. Trad. J. Etcheverry y Sharon Khan. Otawa: Cordillera, 1997.
---. La calle. Santiago: Sinfronteras, 1986.
---. El evasionista / The Escape Artist: Poems 1968-1980. Trad. Christina Shantz. Otawa: Cordillera, 1981.
---.Hazelton, Hugh. Latinocanadá. A Critical Study of Ten Latin American Writers of Canada.Montreal & Kingston: McGill Queen's U P, 2007.
---.Ortega, Julio. El principio radical de lo nuevo. Postmodernismo, identidad y novela en América Latina. Lima: Fondo de Cultura Económica, 1997.

jueves, 13 de marzo de 2008

La escritura del escritor chileno-canadiense Jorge Etcheverry:Testimonio de algunas ideas centrales relacionadas con su obra

Manuel Jofré
Universidad de Chile

ANTECEDENTES

Me parece fundamental establecer, desde el inicio, algunas cuestiones básicas. Lo que Jorge realiza, primero que nada, es una escritura y en ese marco hay que entenderlo. Es la dimensión macrodiscursiva, más allá y fuera de la obra. Quiero comentarla primeramente sin diferenciar tanto entre poesía y prosa.

Segundo, el proyecto de esa escritura es un diálogo constante con el contexto discursivo, de tipo cultural, dinámico y cambiante, que construye la escritura de Jorge misma. Se dialoga con el sistema de la poesía chilena en el interior y también con la literatura contemporánea, particularmente canadiense. Este contexto no puede verse como un conjunto estático de objetos, sino que son otros discursos con los cuales se dialoga, desde el observatorio que es su posición como escritor chileno en Ottawa. Un escritor por siempre en el exilio.

Tercero, esta escritura situada también dialoga con la coyuntura política global, asumiéndose como parte de un proyecto de trinchera. De allí la importancia de las crónicas, o anuncios, por ejemplo, en su totalidad. Y la consideración que se le da a la libertad artística, tanto en el politematismo como multiplicidad de géneros en las formas poéticas, a modo de ilustración. Hay una lucha ideológica que son los choques entre las placas teutónicas gigantescas de índole temporal. Y espacial, expresadas en el embate ideológico.

LAS INTERACCIONES

Cuarto, esta escritura acerca de la escritura de Etcheverry se genera desde la idea de el ínter fertilización de parte de las diversas instancias discursivas, esencialmente permitiendo que los procedimientos prosísticos actúen sobre la escritura poética. Eso ya estaba como planteamiento en Etcheverry en los años 60, en su parte del manifiesto de la Escuela de Santiago.

Quinto, no se trata que la poesía intervenga en la realidad sino que la realidad intervenga en la poesía, Este proceso pertenece al gran tiempo del milenio donde lo lírico se narrativiza. Hay, aquí en Etcheverry, este procedimiento, en esta escritura, como un generador prosístico. La prosa es critica, cuestionante y mantiene una relación no idealizada con su tiempo presente. La prosa va siempre más allá del mundo personal de la poesía de la voz que comparte. En otras palabras, la relación entre literatura y vida es muy estrecha en la escritura de Etcheverry. Y es parte del gran diálogo entre discurso y realidad, que no puede ser visto solo mimética o referencialmente.

LOS GÉNEROS

Sexto, es pues la prosa la que interviene a la poesía y no la poesía a la prosa. Un traspaso de géneros de la vida, géneros discursivos primarios que transitan a los géneros literarios. Esto significa que el imaginario cotidiano es de una gran capacidad expansiva en la escritura de Etcheverry, tanto como enfrentamiento de lo real, en las notas, crónicas y prosa, en cuanto a géneros discursivos y literarios diferentes y también como el real cotidiano ingresa a la poesía, como un elemento muchas veces antipoético.

Séptimo, la escritura de Etcheverry es pues de mimetismo bajo, como diría Frye o de la poética de la ironía como diría Bajtin. Sus obras realistas, poemas, crónicas, anuncios, testimonios, que se encuentran en su obra publicada y en su sitio web son todos microrrelatos. Son cuadros de la vida cotidiana, que parten de una experiencia concreta y especifica pero que no se dejan reducir a lo autobiográfico.

Octavo, en él, la literatura se basa en lo urbano, tal como ha reafirmado una y otra vez desde el Manifiesto de fines de los sesenta. Sus textos, ya sean poemas o relatos de variada extensión son retratos urbanos de circunstancias, situaciones con personajes históricos y reales. Una escritura, a fin de cuentas, facturada de episodios vivenciales; paradojales, a veces, paródicos otras veces, donde la absurdidad postmoderna se manifiesta siempre. , la escritura de Etcheverry es pues de mimetismo bajo, como diría Frye o de la poética de la ironía como diría Bajtin. Sus obras realistas, poemas, crónicas, anuncios, testimonios, que se encuentran en su obra publicada y en su sitio web son todos microrrelatos. Son cuadros de la vida cotidiana, que parten de una experiencia concreta y especifica pero que no se dejan reducir a lo autobiográfico. Octavo, en él, la literatura se basa en lo urbano, tal como ha reafirmado una y otra vez desde el Manifiesto de fines de los sesenta. Sus textos, ya sean poemas o relatos de variada extensión son retratos urbanos de circunstancias, situaciones con personajes históricos y reales. Una escritura, a fin de cuentas, facturada de episodios vivenciales; paradojales, a veces, paródicos otras veces, donde la absurdidad postmoderna se manifiesta siempre.

lunes, 10 de marzo de 2008

Ante “Cuarteles de invierno”. Un acercamiento a la poesía de Jorge Etcheverry

José Carlos Sánchez-Lara

Uno pudiera haber dicho: El poema “Cuarteles de Invierno” de Jorge Etcheverry es el testamento de una generación que se repliega. Pero uno intuye, dicha reflexión es totalmente errática. Uno, entonces, se prepara un buen café, desconecta el teléfono, comienza a leerlo, despaciosa-mente.

Y al cabo, ¿qué encuentra uno?

Cada nueva observación se debate entre la Poética y la posibilidad de generar un excedente ficcional a partir (a través) del propio texto. Y así, como cada poema es variación de un poema anterior o posterior, su análisis conceptual presupone una variación del imaginario que lo hizo posible. Si todo poema es in-explicable, intentar una elucidación concreta del propósito de su autor, nos obliga a zambullirnos “detrás”, “debajo”, de ese material, cuya composición reclama un entendimiento que lo haga al menos asequible. Uno entonces percibe que hay dos momentos, o tipos de lectura (eso ya lo descubrió Cortázar): aquel primer enfrentamiento con un texto x, que es disfrute estético; y otro que “obliga” a “poner-en-claro”, corroborar lo que se lee, lo que se digiere. Se trata de un proceso interactivo. Lo que por su parte, no añade nada nuevo a lo que uno en principio pretendió dilucidar.

Entonces ¿por qué está uno frente a CUARTELES DE INVIERNO, si cada poema es su propia explicación? Quizás porque uno se siente deudor de un texto formidable.

Intentemos lo que en principio uno pretendió. Esta vez poniendo “garra”, concentrando lo que teósofos llaman “tercer ojo”; o ejerciendo una lectura del ensimismamiento que nos permita acceder a su verdad, su topo-grafía. Que lo escrito y lo observado sean uno. O al menos de ser factible, se conviertan si no en la mismidad del texto, en puente mental; consigan reducir el tramo que separa al poema de su observador.

Uno, entonces, ante “CUARTELES DE INVIERNO”, se aventura y dice:

–––Este modelo escritural no tiene precedente o al menos remite a una percepción no-poética, dentro del poema. Lo que existe en el centro del poema no es, necesariamente, la tradición de la poesía en nuestra lengua.

Como en “LOS PARAISOS ARTIFICIALES’ de Charles Baudelaire. O en los “CUADERNOS DE RODEZ’ de Antonin Artaud. Como en “LA ESCRITURA DEL DESASTRE’ de Maurice Blanchot. La poeticidad de ‘CUARTELES DE INVIERNO” es poeticidad “amenazada”. Radica en el despliegue de una narratividad colindante con el ensayo, la psicología, y la sociología, que desintegra lo poético-mismo a favor del crecimiento estructural, versicular.

Diríase también que: en los mejores textos de Jorge Etcheverry, la poesía toma la forma del cristal que la contiene. O como sabía el viejo Arreola: “Toda belleza es formal”.

Pero, ¿qué está diciendo uno? O uno confiesa no saber lo que está diciendo, o asegura que:

––Cada bloque textual avanza aquí como archivos de una filmoteca, mostrando los estratos mentales de un autor (¿de una generación?) que regresó del infierno.

Dicho escritor parece ironizar dolorosa-mente sobre un entorno que: padece un largo y exhaustivo gripe moral. Su escritura tiene el gesto del exilio, la tranquilidad corrosiva de quien se asoma a un balcón y entre el viento gélido y la luz pesada, pronostica, recuerda.

“(…) no nos queda mucho por hacer fuera de emitir fragmentos de prognosis de la POLITICA MUNDIAL (…) Yo creo que nuestra palabra ha llevado a una fermentación de los cuatro costados del mundo de una manera oblicua (…) que nuestros infinitos sueños de justicia y venganza mancharon de muy diversa manera el mosaico de las antesalas de cien distintos PALACIOS PRESIDENCIALES (…)”

Porque ¿no es este Etcheverry, como otros muchos, un sobreviviente de? Sometida a un largo proceso de desolación, de acumulación, su escritura pareciera retomar algo mucho tiempo masticado, callado, u hostigado. Sale a la luz, se muestra, está. Dicha regurgitación, o vómito. Y he aquí que “ello” se ofrece, como oposición a lo antedicho: pues no es Jorge Etcheverry un simple regresante (sic) del holocausto latinoamericano, si no la conciencia de dicho holocausto encarnada en un poeta, en el-hombre-que-define. Arturo Rimbaud “vio” el mundo desde un granero. El poeta chileno Jorge E., tiene en la diáspora su granero, su punto de control.

Y aunque uno sabe (o imagina) que el lenguaje de la poesía pareciera dialogar con nadie, uno escucha “aquí” ese dialogo, esa tentativa que tras la desesperación, se aquieta y nos formula. Porque la poesía aunque puede caer en el vacío de la multitud e incluso intimidarla, también a veces consigue un golpe de sazén que nos alumbra.

Y uno asegura que acontece “aquí”. O porque a uno le gusta comprobar que ciertas voces pueden conseguirlo. ¿Poesía aún? Poesía aún. Mostrar, desde la apacibilidad, otras maneras de contar el crimen (entendido también como la falta de visión, de comprensión, de las cosas sucedidas. Lo acontecido en provincia América. Pólipo físico y virtual que llevamos dentro. Lo acontecido en provincia Mundo). Mostrar la continuidad (resistencia) civil desde el observatorio del poema:

“Las nuevas hordas arden compactas en movimientos guerrilleros vastísimos, desconocidos por mi generación. Multiplicase la destrucción material y humana en las filas del enemigo. Mira: las cohortes se ciernen nutridas como el trigo, de una estación a otra. Florecen de la noche a la mañana como flores de muchos pétalos”

Pero uno se cansa de dar vueltas en torno a ‘CUARTELES DE INVIERNO’ sin elaborar un discurso ‘luminoso’, diríase francés. Y como sucede en toda observación, se paraliza. Porque los datos expuestos no muestran fehacientemente lo sucedido en el poema, si quiera se aproximan, o guardan relación con el conjunto.

Y aún así, uno asevera, uno se atreve a aseverar que este poema también es un vector político. No de manera panfletaria. Si no al modo de regulador, scanner, o radar poético (profético) de un afuera donde “estallan las bombas en los aeropuertos como el pentecostal aquejado por lenguas azota su cráneo contra el piso”. Y todos estos sismos (esquizoculturales, sociales) los registra desde su punto de control. Y lo que registra, diríase: subyace. No lo escrito claramente, es lo que fue dicho. Se descubre más. Quien mueve y dispone los fragmentos (polaroides del terror) que el poeta traduce, expone, corrobora. Quien establece la anormalidad como standard o medida de las cosas. Quien consigue que la libertad siga pospuesta, por urgencias marginales.

Debajo de un orbe casi-muerto por voluntad del caos y malas políticas Etcheverry emite sus señales. En su escritura no hay teatralidad. No hay teatralidad bajo los túneles, bajo los cuarteles. Y eso lo percibe uno.

José Carlos Sánchez-LaraJosé C. Sánchez Lara (cuba, 1969), poeta y narrador. Con un libro de poesía publicado [REGIONES, premio Nogueras, 2004], varios de sus textos han sido recogidos en revistas universitarias norteamericanas [ver Rio Grande Review, The University of Texas at El Paso, volumen 25 Spring 2005] y cubanas [ver Azoteas 2003]. Actualmente radica en USA. sume una escritura del conflicto, dentro del lenguaje y los afueras posibles que cercan al poeta contemporáneo. En su poesía el dolor está camuflado por una ironía seca, o casi expresionista. Cualquier suceso de la literatura o la propia oralidad, le resulta elemento válido conque engrosar este discurso en ocasiones sórdido, acusador, chocante, aunque tangencialmente sentido, humano. Este texto sobre Jorge Etcheverry integrará en su momento el cuaderno LA ESCRITURA AMORDAZADA (ficción crítica).

Cuarteles de invierno

Jorge Etcheverry

Extraña guerra amigo-
"No la quise yo"
(de la película Johnny el bastardo)

Hemos visto multiplicarse nuestra especie en estos últimos veinte años. Aunque reconozco que no nos queda mucho por hacer fuera de emitir fragmentos de prognosis de la POLÍTICA MUNDIAL. Alejados de las jornadas agotadoras por problemas de salud (y de vejez). De los amplios frentes encendidos

-Dejemos a las generaciones jóvenes el campo. Refugiémonos junto a nuestros hijos. Refugiémonos junto a nuestros hijos. Sean bienvenidos a esta casa los jóvenes en busca de consejo, estratégico y personal

-Recuerda las décadas pasadas. La escasez de cuadros que nos hacía ostentar rasgos tan marcadamente individuales. Recuerda la repetición de las mismas caras en las reuniones. El cuidado en la planificación de entradas y gastos, efectos y desastres

-Las nuevas hordas arden compactas en movimientos guerrilleros vastísimos, desconocidos por mi generación. Multiplícase la destrucción material y humana en las filas del enemigo. Mira: las cohortes se ciernen nutridas como el trigo, de una estación a otra. Florecen de la noche a la mañana como flores de muchos pétalos"Yo creo que nuestra palabra ha llevado a una fermentación de los cuatro costados del mundo de una manera oblicua. Yo creo que nuestros infinitos sueños de justicia y venganza mancharon de muy diversa manera el mosaico de las antesalas de cien distintos PALACIOS PRESIDENCIALES. Estallan las bombas en los aeropuertos como el pentecostal aquejado por lenguas azota su cráneo contra el piso. Ya no hay lugar para las noticias desalentadoras incluso en los diarios enemigos. Limpiemos nuestros anteojos empañados por la congelación de la atmósfera. Tratemos de volver las páginas con nuestras manos progresivamente más torpes. Superemos nuestro mareo cuando nos adelantamos por las cuatro esquinas de las ciudades. Moviendo nuestras piernas pesadas. Verificando nuestra capacidad para aportar nuestro GRANITO DE ARENA

Enlace a "Hablativo Agente"
Se encuenta el Escritores.cl http://www.escritores.cl/libros/hablativo/index.htm, y de este libro forma parte "Cuarteles de invierno", objeto del siguiente artículo. El poema va a al final del artículo.