lunes, 17 de marzo de 2008

Jorge Etcheverry o el poeta de la conciencia

Julio Torres-Recinos
Universidad de Saskatchewan, Canadá

Es difícil tratar de definir la poesía de Jorge Etcheverry, un escritor poseedor de una voz poética propia que salta de registro a registro, de tono a tono, de contenido a contenido, con una versatilidad y un dominio sorprendentes. Este poeta chileno (n.1945) que ha vivido en Canadá desde 1975, ha combinado con maestría las labores de poeta, narrador, crítico, traductor y editor (a él se le deben varias iniciativas editoriales), convirtiéndose en un verdadero hombre de letras. No causa sorpresa que Jorge Etcheverry sea considerado uno de los intelectuales más sólidos de la comunidad hispano-canadiense. Su voz poética sobresale por ser de las más consecuentes, originales, constantes y mejor trabajadas de la poesía canadiense en español. En este trabajo me propongo analizar los dos poemarios más recientes de Jorge Etcheverry, Vitral con pájaros y Reflexión hacia el sur, comentando aspectos como la organización de los libros, la temática y los procedimientos estilísticos con el objetivo de comprender mejor estas dos obras y, en general, la poesía de Etcheverry.

Parece que Etcheverry se resiste a que se le ponga cualquier tipo de etiqueta. ¿Es chileno, canadiense o hispano, por ejemplo? Pregunta ésta no fácil de contestar porque Jorge Etcheverry no se adhiere a un solo país o cultura, pero no renuncia a ninguna, problematizando así la cuestión identitaria; y va más allá, hasta ser un ciudadano responsable del mundo en que vive. Vitral con pájaros, la antología que la Editorial Poetas Antiimperialistas de América publicó en Ottawa a mediados del 2002, pone en evidencia la oposición de este poeta a que se le encasille.

El libro contiene cincuenta y cinco poemas que dan una muestra del quehacer poético de Etcheverry a través de más de treinta años. Esta antología recopila poemas que datan desde mediados de 1960 ("El astronauta", de 1966) hasta poetas de finales del siglo ("Ícaro", de finales de 2001). Es importante notar que los poemas aparecen de un solo tirón, uno tras otro sin que exista ninguna división ni explicación de ningún tipo. El lector por lo tanto no tiene una guía que lo ilumine temáticamente, va expuesto a lo que el poeta le ponga enfrente. Muchos de los poemas ya han aparecido publicados en diferentes medios, mientras que otros son inéditos. Le queda al lector adivinar.

Tampoco aparecen ordenados cronológicamente; se presentan entreverados, tanto por la fecha en que fueron escritos como por la temática. Explica el autor en la pequeña introducción: ". . . no he querido dividirlo [el libro] en partes que pudieran introducir una separación artificial, de la misma manera que no se puede hacer en la vida real. . ."(11). El lector tiene de esta manera la visión del poeta que reflexiona sobre diversos aspectos de la experiencia humana. A aquél le queda el trabajo de adivinar la época en que fueron escritos los poemas y las preocupaciones del escritor en la época en que compuso determinado poema. Otro problema que se le plantea al lector es el de la relación que existe entre los poemas, especialmente entre los que se siguen secuencialmente, suponiendo que se lean los poemas de esa forma y no como Etcheverry autoriza al lector en la introducción, quien [el lector/a] "podrá pasar de una parte a otra como se recorren la piezas de una casa" (11). Aparecen entreverados poemas de tono y preocupación variada que inevitablemente ocupan un espacio lineal en el libro, causando a veces sorpresa esta yuxtaposición.

La poesía de Jorge Etcheverry se caracteriza sobre todo por la lucidez con la que, y empleando un tono conversacional ya de larga tradición en Hispanoamérica, trata diversos temas capitales al ser humano de nuestro tiempo. El poeta nos va entregando las vivencias y preocupaciones que va experimentando en el trajín cotidiano. Etcheverry adopta a veces un tono serio o filosófico, a veces una sonrisa burlesca o irónica, pero siempre se expresa con una inteligencia poética extraordinaria que le permite usar a menudo un lenguaje directo, pero con una fuerza y cuidado que denotan un dominio del discurso poético.

Muchos poemas de Etcheverry emplean un lenguaje en el que el contenido se hace evidente. Son poemas que se entienden sin dificultad, sin que esto haga que su fuerza disminuya. A veces son poemas narrativos, como "Teotihuacán" (42-5) donde el lector puede seguir al poeta en sus impresiones sobre un viaje a México (la crítica está muchas veces presente en estos poemas, como en éste, en el que se denuncia desde el comercialismo del turismo, hasta el cinismo del sistema político). Otro poema muy logrado es el que tiene por título "Conversación con Martínez", donde el poeta reflexiona sobre la amistad de viejos amigos y cómo los ideales han ido cambiando. En tono desilusionado pregunta la voz poética:

Dime Erik, viejo perro. . .
dónde están los otros
los compañeros de la vanguardia
los que se atrevieron a medias en el 68
pero que no se atreven más. . . (39)

El tema de los ideales traicionados recurre a menudo en Etcheverry. En el mismo poema, continúa: " . . Porque te digo / los otros están ocupados en otras cosas: / de sus libros de ensayos / de sus cátedras. . ." (40). La repetición de "otros" subraya la ausencia de lo que en realidad debe importar: el afán de lucha que una vez se proclamó. El mismo tema del individuo que ha olvidado sus ideales aparece en otros poemas, como en "Surrealismo y cereales" (51), "El intelectual y la izquierda" (54) y "Kale borroka" (33-5), dónde se cuenta cómo los jóvenes luchan por cambiar las injusticias "mientras nosotros / los maduros y acomodaticios / miramos por televisión / cómo arrojan piedras . . ." (35).

En la misma vena de poemas narrativos y sin complicaciones se encuentran poemas que denuncian la represión política como "Nilton" (36), que recoge la historia de Nilton da Silva, un brasileño que llegó a Santiago y que murió antes del golpe de Estado en Chile, o "Viriato" (37-8), que también denuncia la represión durante esos años en el país suramericano. Hay poemas muy personales, como "Llegada" (26) que capta la experiencia del joven que se ha ido a vivir a un nuevo país, o poemas tan sentidos como "La Gabriela grande y la Gabriela chica" (22-3) que relata el parecido entre la ex esposa y la hija del poeta; o "Despedida" (48), la elegía a la poeta Ivonne Truque, donde la muerte de la amiga se acepta con resignación, como un acto natural del acto de vivir. Comienza el poema: "No hay campanas / No hay coros ni lamentaciones / Los días fueron fructíferos, después de todo / Pasaron. . ." (48). Y Termina el poeta, como si quisiera confortar a la amiga que ahora debe descansar: " ¿No es cierto, amiga / que no estamos tan lejos? / No importa / cálmese / ahora descanse" (48).

Esparcidos por todo el libro se encuentran también poemas que son más complicados. Estos poemas son muchas veces herméticos, muy abstractos, en los que el lector debe hacer un esfuerzo por tratar de comprender el significado del poema. Frecuentemente, estos poemas oscilan entre lo literal o lo simbólico, si es que se les puede hacer esta lectura. Aquí podemos incluir poemas como "El desprendimiento de los pájaros" (17) "Metáfora" (46) "Caza de brujas" (50), "Épica cotidiana" (16) o incluso el poema inicial "En el bus" (13-4) en el que el lector debe hacer un esfuerzo por encontrar el sentido de lo que lee. Comienza este poema:
Cuadriculado, nublado
El espacio organizándose
la vista que registra
una gama de luz
que sólo ocupa un segmento
del enorme radio de ondas magnéticas. . . (13)

Con frecuencia en estos poemas la única guía que el lector tiene es el título y debe articular su lectura a partir de este punto de orientación. En estos poemas es cuando tal vez con mayor fuerza se vea la inteligencia celeste y ligera de este poeta chileno.

Debe hacerse mención a los poemas de índole filosófica, tales como "Darwinismo III" (52), "Reflexiones del Marqués de Sade" (49), "Gnosis" (19), "Analogía" (25) o "Res Extensa" (72), donde muchas veces Etcheverry reflexiona sobre la condición humana, como en este último, "Res Extensa", en el que se discurre sobre la ontología humana:

El cuerpo
como este perro
sentado a nuestro lado
que espera con ojos implorantes
que le tiremos comida
que lo cuidemos
que lo bañemos. . .
Nuestra existencia oficial
Es de la cabeza para arriba. (72)

Jorge Etcheverry tiene un lado más ligero también, donde se ve muchas veces la ironía y el humor, como en "Darwinismo II" (56) en el que nos hace sonreír por el final inesperado. He aquí una muestra de ese humor:

¿Tú sabías que los calamares emiten una luz
para atraer sexualmente a su pareja
que cambian de color
para esconderse de los peces carnívoros. . ?.
Yo no brillo en tu presencia
cuando estás cerca
tropiezo. . .
Pero te puedo llevar a un restaurante japonés de lo
más mono
para tomar un trago de sake
con calamares fritos. (56)

La citas que aquí se incluyen pretenden que a través de esta pequeña muestra se contemple el dominio de la palabra poética que Etcheverry posee. Aparecen diversas figuras literarias como la metáfora original, en "la esencia de la poesía" (64) por ejemplo, donde dice el poeta: "Y de repente un animal / con carne hecha de memoria / ensueños, el paso del tiempo/ te muestra sus garras . . ." (64). Hay diferentes tipos de aliteraciones que dan a los poemas mucho de su ritmo y también imágenes de mucho impacto como en "Viriato" donde el protagonista del poema cae en combate: "Cae, dice: ahora estoy jodido". / Y se incorpora a la cadena sin fin de nuestros muertos, / formando un eslabón de sangre y hierro". (38) La imagen de la "cadena sin fin de nuestros muertos" refuerza el mensaje de optimismo al saber que la muerte del combatiente no ha sido en vano.

Vitral con pájaros es, en suma, una antología esencial de un poeta fundamental de las letras hispano-canadienses (y de Latinoamérica) como es Etcheverry. Esta edición muy bien cuidada viene a llenar una necesidad al poner en manos de más lectores voces tan propias y de tanta trayectoria como la de Jorge Etcheverry. La invitación está abierta a leer esta poesía clara y vibrante, llena de preguntas, de cara al futuro, pero sin olvidarse de la raíces, de la responsabilidad del poeta ante su realidad.

Reflexión hacia el sur, publicado por Ediciones Amaranta en 2004, contrasta a nivel formal con Vitral. . . En Reflexión hacia el sur Etcheverry vuelve a la prosa, a veces narrativa y a veces poética, característica de Tangier (1997), de A vuelo de pájaro (1998), de El evasionista (1981) y también presente, aunque en menor medida, en La calle (1986). Si Vitral con pájaros lograba unidad estilística con sus versos y poemas generalmente cortos, tal vez por decisión de la editorial, Reflexión hacia el sur logra también esa unidad por el uso exclusivo de poemas en prosa y el tono reflexivo. En ambos libros se sobrepone la voluntad del autor de dar un libro de alta cohesión y conciencia poética.

Reflexión hacia el sur no es un libro de fácil lectura. Jorge Etcheverry no le hace concesiones al lector. Como se señaló más arriba para Vitral..., en Reflexión. . . encontramos también poemas herméticos y fragmentarios tanto a nivel formal, donde las líneas del texto se cortan si razón aparente, como a nivel lógico, en donde se hace difícil seguirle el hilo a la voz narrativa. Esta fragmentación puede ser un aspecto muy positivo de la escritura etcheverriana por su carácter subversivo y su constante exigencia hacia el lector, pero también puede convertirse en una debilidad al dificultar la lectura y hacerle difícil al lector la compresibilidad del texto, al punto de tal vez frustrarlo. Hugh Hazelton, comentando el estilo de la obra de Etcheverry, lo ha caracterizado como discontinuo, experimental y alucinatorio (29), términos que describen con acierto el arte de escribir de este autor chileno-canadiense.

A la dificultad causada por la fragmentación y la ruptura del discurso, que tal vez se deba al carácter conversacional de la poesía de Etcheverry, el cual permite la digresión, habría que agregar el cultivo de imágenes surrealistas, como por ejemplo al principio de “Resplandor extinto”, que dice: “. . . canto a ese cordón umbilical que va como cáñamo de seda saliendo de mi cerebro a tu cuerpo tendido en el sillón por las mañanas. . ." (33). Estas imágenes que enriquecen la poesía obligan a que el lector trabaje en su procesamiento.
La poesía de Etcheverry es a menudo una poesía cerebral que tiende a la abstracción. Esta característica la vemos en muchos poemas, especialmente en “Negro” (26), “La Donna” (38) “Trabajadores del vacío” (40-43), donde tenemos oraciones como “Parece que las vastas construcciones históricas que delineaban sus líneas luminosas en un futuro no tan incierto retroceden en la lejanía. . . “ (42).

El libro toma el título del primer poema, que se divide en tres partes. Hasta allí llega la reflexión hacia el sur propiamente dicha. En cuanto a la temática, ésta es tan variada como en Vitral con pájaros, manteniendo como rasgo característico el tono reflexivo sobre diversos temas como la política, la herencia ancestral, la mujer y otros temas relacionados con las vivencias cotidianas del poeta. Como en Vitral..., Etcheverry presenta los poemas sin ningún orden cronológico, quedándole al lector, si tiene la curiosidad, la tarea de determinar en qué orden fueron escritos.

Vale la pena analizar el tema de la identidad en este poemario. Etcheverry lo aborda de manera irónica. Al principio del libro, en el poema “Reflexión al sur” comienza engañosamente y significativamente con la palabra “somos” para comenzar a hablar, desde un yo colectivo, sobre lo que es el pueblo chileno. Dice el poeta: “Somos un pueblo extrañamente dotado por la naturaleza” (11), comenzando así a definir a Chile de manera esencialista y hasta nacionalista. En este recorrido enumerará las cualidades de la nación chilena, como la geografía, los grandes personajes históricos, la belleza de sus mujeres (13), el carácter del chileno (13). En la sección II se cambia el lugar de la enunciación, ahora se hace desde el exilio, desde donde se recuerda el país lejano. La sección III nos presenta de plano un exilio mezclado con un cosmopolitanismo. Esta primera parte del poemario termina con una nota irónica y amarga. Dice Etcheverry: “Todavía aquí achunchados si hay que decir que en Chile no pasa nada o que pasó todo a quien nos pregunta por aquí “ (20), nota amarga que anuncia la aseveración del poema al final de esta sección, donde asevera, en tono vallejiano, que en “nuestros corazones hay como una música húmeda” (21).

En este mismo poema inicial, y siguiendo con el tono irónico que Etcheverry adopta para el tema de la identidad, afirma: “Somos un pueblo extrañamente dotado por la naturaleza. Gozamos de una gran facilidad de adaptación a otros países, pero nunca nos mimetizamos” (13) (subrayado mío). Esta aseveración contrasta con lo que el poeta dice diez páginas más adelante, en el poema “Postales II: “. . . Y se encerrarán . . . Rodeados de hijos que pálidamente reflejan la propia infancia. De nietos que hablan otra lengua, comen otros alimentos tratando de pensar que los montes y los valles y la larga costa eran un sueño” (23). El esencialismo se derrumba ante el paso del tiempo y a la embestida de la realidad que obliga a la gente a adaptarse, a cambiar, a asimilarse como un hecho natural. A través de este enfoque irónico de la identidad, Etcheverry nos sugiere que la identidad, más que un mito, que una esencia, es algo cambiante, algo en perpetuo movimiento. Comenta sobre el tema de la identidad Julio Ortega:
“. . . Pero, por otra parte, la identidad es una resolución, no simplemente un origen. Si se la presenta sólo como un origen se corre el peligro del esencialismo (según lo cual habría una identidad originaria y todo lo que sigue sería una pérdida), lo que deduce una política conservadora. . . Se corre también el riesgo del determinismo, que impone una versión traumática” (24)

Reflexión hacia el sur reúne las mejores características de la poesía de Etcheverry: una ironía fina que exige una lectura atenta, un humor también característico ya analizado en Vitral. . . , unas imágenes surrealistas, una ruptura o discontinuidad del discurso y una actitud subversiva que permea todo el texto y que, entre otros, se ve en la voluntad de borrar las líneas entre poesía y prosa, entre poesía y relato, entre poesía y ensayo o filosofía. Jorge Etcheverry es el poeta de la conciencia poética, de la conciencia lingüística, de la conciencia social y de la conciencia estilística.

Obras citadas

Etcheverry, Jorge. Reflexión hacia el sur. Saskatoon: Amaranta, 2004.
---. Vitral con pájaros. Otawa: Editoral Poetas Anti-imperialistas de América, 2002.
---. A vuelo de pájaro: Miniantología personal. Otawa: Verbum veritas, 1998.
---. Tangier. Trad. J. Etcheverry y Sharon Khan. Otawa: Cordillera, 1997.
---. La calle. Santiago: Sinfronteras, 1986.
---. El evasionista / The Escape Artist: Poems 1968-1980. Trad. Christina Shantz. Otawa: Cordillera, 1981.
---.Hazelton, Hugh. Latinocanadá. A Critical Study of Ten Latin American Writers of Canada.Montreal & Kingston: McGill Queen's U P, 2007.
---.Ortega, Julio. El principio radical de lo nuevo. Postmodernismo, identidad y novela en América Latina. Lima: Fondo de Cultura Económica, 1997.

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