miércoles, 19 de marzo de 2008

Apertura: Ramón Sepúlveda, codirector de la Red Cultural Hispánica abre el simposio con palabras de bienvenida a los presentes

Sharon Khan lee su traducción del poema “Reflection towards the South I”

Claudio Durán “Reflexión sobre Reflexión hacia el sur de Jorge Etcheverry”

Zaira Espinosa “Vitral con pájaros de Jorge Etcheverry: la poesía fotografiada a colores”
Magdalena Ferreiro “La minificción de Jorge Etcheverry: un juego verbal entre géneros

Feliciano Mejía “Marirí de Shanti y Etche” (in absentia). Lee Francisco Ucán
Lou Reeves “The Impact of Jorge Etcheverry’s Writings on those Individuals on the Periphery of Spanish American Literature within the Anglophone Culture”
Camila Reimers “La espiritualidad en la prosa de Jorge Etcheverry”
Fernando Veas “Lenguaje, realidad, vuelo y memoria en la poesía de Jorge Etcheverry”


Otras colaboraciones que no fueron leídas en el simposio

Manuel Jofré “La escritura de Jorge Etcheverry”

José SÁnchez Lara “Ante Cuarteles de invierno: Un acercamiento a la poesía de Jorge Etcheverry

Ramón Sepúlveda “Lluvia de marzo en Santiago”
Julio Torres-Recinos “Jorge Etcheverry o el poeta de la conciencia”

Clausura: Gabriela Etcheverry

*El contenido se ordena según como fueron presentándose las ponencias o intervenciones durante el evento.

Introducción

El material incluido en este libro es el resultado del primer simposio de la Serie “Autores hispano-canadienses” que la Red Cultural Hispánica inauguró con la obra de Jorge Etcheverry el 22 de junio de 2007. El propósito de esta actividad anual es darle una oportunidad a los interesados para que escriban y presenten sus trabajos sobre el autor elegido ante un público amplio. Creemos que es una buena manera de dar a conocer y difundir la obra de los escritores latinoamericanos más conocidos en el medio canadiense.

La Red Cultural Hispánica es un organismo sin fines de lucro, creado con el fin de mantener y promover la cultura hispánica, principalmente en Canadá. En el contexto de la Red, “cultura” se entiende en un sentido amplio, que abarca la gama completa desde lo popular a lo culto, manifestada en todas sus expresiones (plástica, cine, teatro, prosa, poesía y otras formas literarias, folclore, humor, artesanía, ensayo, crítica, teoría, comentario, música, entre otras). La Red no presta apoyo a ningún contenido, expresión o intención (explícito o implícito) sexista, racista o socialmente discriminatorio.

El modo de funcionamiento es participativo y de colaboración. Sus actividades de publicidad/difusión de basan en una listserv/website que recibe y difunde información sobre los eventos y actividades. Los fondos para las actividades provienen de la cooperación de las diversas partes interesadas u organismos auspiciadores.

Específicamente la Red Cultural Hispánica coordina, apoya o implementa actividades, eventos y proyectos culturales que se ajusten a los fines explicitados. Difunde y promueve tanto los eventos organizados por la Red misma como los organizados por otros organismos; facilita y organiza eventos y proyectos culturales (no necesariamente en español) relacionados con la cultura hispánica, originados en Canadá o el extranjero por individuos, agrupaciones e instituciones con propósitos afines.

Ramón Sepúlveda, codirector Gabriela Etcheverry, codirectora

La espiritualidad en la obra de Jorge Etcheverry

Camila Reimers

Conocí a Jorge Etcheverry a través de su poesía, sin embargo me conquistó con su narrativa.
En las noches de literatura organizadas por El Dorado en Ottawa, Jorge siempre es presentado como “el poeta” y me quedé con esa idea, a pesar de haber leído algo de su prosa en algunas revistas y diarios locales.
La novela De chácharas y larga vistas, editada por La Cita Trunca/Split Quotation en Ottawa en 1993, es la obra principal de Etcheverry en prosa, sin embargo antes de leerlo, mi curiosidad por conocer más de su narrativa despertó cuando recibí el primero de una serie de correos electrónicos acompañado de una historia que me hizo reír pero también filosofar sobre la vida.
Es su narrativa lo que me llevó a continuar explorando su trabajo, descubriendo una honestidad a toda prueba no sólo en el ámbito social sino también en el diario enfrentamiento personal de esos sentimientos incómodos que en general deseamos esconder. Se necesita una madurez que va más allá de la visión egocéntrica que nos impulsa a proyectarnos en el mundo para presentarnos tal cual somos, sin ínfulas de grandiosidad tratando de convencer a otros que poseemos las llaves del reino. Jorge tiene la capacidad de expresar los más intrincados sentimientos filosóficos de la manera más simple.
El concepto de espiritualidad que deseo expresar en este ensayo, va mano a mano con el significado que encontramos en el diccionario de la Real Academia Española, es decir la naturaleza y condición de espiritual. Calidad de las cosas espirituales. Indudablemente no me refiero ni a dogma ni a prácticas rituales sino a una visión de intereses diferentes y muchas veces aparentemente contradictorias.
En su artículo “Dios y la escritura” Jorge expresa este concepto de contradicciones, primero declarándose abiertamente marxista para luego continuar explicando lo que Dios piensa de él:
“Hoy es sábado, mañana es domingo. A eso de las nueve van a empezar a repicar las campanas de las múltiples iglesias, ya que vivimos en los márgenes del barrio italiano. O a lo mejor a las siete, lo que pasa es que yo tengo que dormir con tapones para los oídos, mi vecino del piso de arriba es un joven oriental, muy macizo e hiperactivo, que debe practicar artes marciales, pisa bastante fuerte y parece que cambia de lugar los muebles en la noche.
Mañana es domingo, pero no voy a misa. A decir verdad, fui hasta los dieciséis años, pero la vergüenza de confesar mis asiduos y solitarios pecados adolescentes y luego mi posterior acercamiento al marxismo me alejaron de la religión y su principal vehículo para los católicos: las vastas bóvedas de las iglesias, cuyas más famosas representantes visito sin embargo con placer estético y recogimiento si me encuentro en alguna capital como Roma o Ciudad de México. Además de que si existe, a Dios no le gusta lo que escribo. Pero quizás no. Si así fuera hace tiempo que me habría incapacitado. Pese a mi edad, que no voy a confesar, sigo siendo aficionado al alcohol, al ocasional cigarrillo, a las paranoias y a las pataletas, soy un poco adicto a la adrenalina, además de que mi dieta tiene bastantes huevos, carne y azúcares. A Dios no le hubiera costado nada mandarme un infarto (toco madera) y ya no hubiera tenido que soportar lo que escribo, ya que Él puede leerlo todo, no es forzoso que esté publicado, ya que además de ser omnisciente está en todas partes.”
Al leer estas líneas, sentí que Jorge hablaba por muchos, de una manera directa, con un oscuro sentido del humor, narrando acontecimientos del diario vivir, lograba preguntar y responder las dudas que los seres humanos arrastramos sin detenernos a reflexionar porque estamos ocupados con asuntos más importantes, sin darnos cuenta que son precisamente estos detalles los que enriquecen la vida.
En muchos de sus escritos Jorge menciona a Madame Blavastky, Krisnamurti, conceptos budistas y taoistas. Jamás se me habría ocurrido expresar la síntesis del pensamiento taoista de la siguiente manera:
“Usté no es ná, ni chicha ni limoná”, decía parte del estribillo de una canción de Victor Jara, asesinado en el estadio nacional de Santiago de Chile durante los primeros días del golpe de 1973. Difundida en los días más álgidos de ese período, en la letra se incitaba al tibio radioescucha a definirse, a tomar partido, a no quedarse en el medio…. Los occidentales que adoptan el taoísmo tienden a entender bastante bien los ingredientes opuestos que componen todo lo que existe, el Yin y el Yang, pero tienen problemas para hacerse una idea del Tao, la entidad universal que abarcaría ambos extremos.

lunes, 17 de marzo de 2008

Jorge Etcheverry o el poeta de la conciencia

Julio Torres-Recinos
Universidad de Saskatchewan, Canadá

Es difícil tratar de definir la poesía de Jorge Etcheverry, un escritor poseedor de una voz poética propia que salta de registro a registro, de tono a tono, de contenido a contenido, con una versatilidad y un dominio sorprendentes. Este poeta chileno (n.1945) que ha vivido en Canadá desde 1975, ha combinado con maestría las labores de poeta, narrador, crítico, traductor y editor (a él se le deben varias iniciativas editoriales), convirtiéndose en un verdadero hombre de letras. No causa sorpresa que Jorge Etcheverry sea considerado uno de los intelectuales más sólidos de la comunidad hispano-canadiense. Su voz poética sobresale por ser de las más consecuentes, originales, constantes y mejor trabajadas de la poesía canadiense en español. En este trabajo me propongo analizar los dos poemarios más recientes de Jorge Etcheverry, Vitral con pájaros y Reflexión hacia el sur, comentando aspectos como la organización de los libros, la temática y los procedimientos estilísticos con el objetivo de comprender mejor estas dos obras y, en general, la poesía de Etcheverry.

Parece que Etcheverry se resiste a que se le ponga cualquier tipo de etiqueta. ¿Es chileno, canadiense o hispano, por ejemplo? Pregunta ésta no fácil de contestar porque Jorge Etcheverry no se adhiere a un solo país o cultura, pero no renuncia a ninguna, problematizando así la cuestión identitaria; y va más allá, hasta ser un ciudadano responsable del mundo en que vive. Vitral con pájaros, la antología que la Editorial Poetas Antiimperialistas de América publicó en Ottawa a mediados del 2002, pone en evidencia la oposición de este poeta a que se le encasille.

El libro contiene cincuenta y cinco poemas que dan una muestra del quehacer poético de Etcheverry a través de más de treinta años. Esta antología recopila poemas que datan desde mediados de 1960 ("El astronauta", de 1966) hasta poetas de finales del siglo ("Ícaro", de finales de 2001). Es importante notar que los poemas aparecen de un solo tirón, uno tras otro sin que exista ninguna división ni explicación de ningún tipo. El lector por lo tanto no tiene una guía que lo ilumine temáticamente, va expuesto a lo que el poeta le ponga enfrente. Muchos de los poemas ya han aparecido publicados en diferentes medios, mientras que otros son inéditos. Le queda al lector adivinar.

Tampoco aparecen ordenados cronológicamente; se presentan entreverados, tanto por la fecha en que fueron escritos como por la temática. Explica el autor en la pequeña introducción: ". . . no he querido dividirlo [el libro] en partes que pudieran introducir una separación artificial, de la misma manera que no se puede hacer en la vida real. . ."(11). El lector tiene de esta manera la visión del poeta que reflexiona sobre diversos aspectos de la experiencia humana. A aquél le queda el trabajo de adivinar la época en que fueron escritos los poemas y las preocupaciones del escritor en la época en que compuso determinado poema. Otro problema que se le plantea al lector es el de la relación que existe entre los poemas, especialmente entre los que se siguen secuencialmente, suponiendo que se lean los poemas de esa forma y no como Etcheverry autoriza al lector en la introducción, quien [el lector/a] "podrá pasar de una parte a otra como se recorren la piezas de una casa" (11). Aparecen entreverados poemas de tono y preocupación variada que inevitablemente ocupan un espacio lineal en el libro, causando a veces sorpresa esta yuxtaposición.

La poesía de Jorge Etcheverry se caracteriza sobre todo por la lucidez con la que, y empleando un tono conversacional ya de larga tradición en Hispanoamérica, trata diversos temas capitales al ser humano de nuestro tiempo. El poeta nos va entregando las vivencias y preocupaciones que va experimentando en el trajín cotidiano. Etcheverry adopta a veces un tono serio o filosófico, a veces una sonrisa burlesca o irónica, pero siempre se expresa con una inteligencia poética extraordinaria que le permite usar a menudo un lenguaje directo, pero con una fuerza y cuidado que denotan un dominio del discurso poético.

Muchos poemas de Etcheverry emplean un lenguaje en el que el contenido se hace evidente. Son poemas que se entienden sin dificultad, sin que esto haga que su fuerza disminuya. A veces son poemas narrativos, como "Teotihuacán" (42-5) donde el lector puede seguir al poeta en sus impresiones sobre un viaje a México (la crítica está muchas veces presente en estos poemas, como en éste, en el que se denuncia desde el comercialismo del turismo, hasta el cinismo del sistema político). Otro poema muy logrado es el que tiene por título "Conversación con Martínez", donde el poeta reflexiona sobre la amistad de viejos amigos y cómo los ideales han ido cambiando. En tono desilusionado pregunta la voz poética:

Dime Erik, viejo perro. . .
dónde están los otros
los compañeros de la vanguardia
los que se atrevieron a medias en el 68
pero que no se atreven más. . . (39)

El tema de los ideales traicionados recurre a menudo en Etcheverry. En el mismo poema, continúa: " . . Porque te digo / los otros están ocupados en otras cosas: / de sus libros de ensayos / de sus cátedras. . ." (40). La repetición de "otros" subraya la ausencia de lo que en realidad debe importar: el afán de lucha que una vez se proclamó. El mismo tema del individuo que ha olvidado sus ideales aparece en otros poemas, como en "Surrealismo y cereales" (51), "El intelectual y la izquierda" (54) y "Kale borroka" (33-5), dónde se cuenta cómo los jóvenes luchan por cambiar las injusticias "mientras nosotros / los maduros y acomodaticios / miramos por televisión / cómo arrojan piedras . . ." (35).

En la misma vena de poemas narrativos y sin complicaciones se encuentran poemas que denuncian la represión política como "Nilton" (36), que recoge la historia de Nilton da Silva, un brasileño que llegó a Santiago y que murió antes del golpe de Estado en Chile, o "Viriato" (37-8), que también denuncia la represión durante esos años en el país suramericano. Hay poemas muy personales, como "Llegada" (26) que capta la experiencia del joven que se ha ido a vivir a un nuevo país, o poemas tan sentidos como "La Gabriela grande y la Gabriela chica" (22-3) que relata el parecido entre la ex esposa y la hija del poeta; o "Despedida" (48), la elegía a la poeta Ivonne Truque, donde la muerte de la amiga se acepta con resignación, como un acto natural del acto de vivir. Comienza el poema: "No hay campanas / No hay coros ni lamentaciones / Los días fueron fructíferos, después de todo / Pasaron. . ." (48). Y Termina el poeta, como si quisiera confortar a la amiga que ahora debe descansar: " ¿No es cierto, amiga / que no estamos tan lejos? / No importa / cálmese / ahora descanse" (48).

Esparcidos por todo el libro se encuentran también poemas que son más complicados. Estos poemas son muchas veces herméticos, muy abstractos, en los que el lector debe hacer un esfuerzo por tratar de comprender el significado del poema. Frecuentemente, estos poemas oscilan entre lo literal o lo simbólico, si es que se les puede hacer esta lectura. Aquí podemos incluir poemas como "El desprendimiento de los pájaros" (17) "Metáfora" (46) "Caza de brujas" (50), "Épica cotidiana" (16) o incluso el poema inicial "En el bus" (13-4) en el que el lector debe hacer un esfuerzo por encontrar el sentido de lo que lee. Comienza este poema:
Cuadriculado, nublado
El espacio organizándose
la vista que registra
una gama de luz
que sólo ocupa un segmento
del enorme radio de ondas magnéticas. . . (13)

Con frecuencia en estos poemas la única guía que el lector tiene es el título y debe articular su lectura a partir de este punto de orientación. En estos poemas es cuando tal vez con mayor fuerza se vea la inteligencia celeste y ligera de este poeta chileno.

Debe hacerse mención a los poemas de índole filosófica, tales como "Darwinismo III" (52), "Reflexiones del Marqués de Sade" (49), "Gnosis" (19), "Analogía" (25) o "Res Extensa" (72), donde muchas veces Etcheverry reflexiona sobre la condición humana, como en este último, "Res Extensa", en el que se discurre sobre la ontología humana:

El cuerpo
como este perro
sentado a nuestro lado
que espera con ojos implorantes
que le tiremos comida
que lo cuidemos
que lo bañemos. . .
Nuestra existencia oficial
Es de la cabeza para arriba. (72)

Jorge Etcheverry tiene un lado más ligero también, donde se ve muchas veces la ironía y el humor, como en "Darwinismo II" (56) en el que nos hace sonreír por el final inesperado. He aquí una muestra de ese humor:

¿Tú sabías que los calamares emiten una luz
para atraer sexualmente a su pareja
que cambian de color
para esconderse de los peces carnívoros. . ?.
Yo no brillo en tu presencia
cuando estás cerca
tropiezo. . .
Pero te puedo llevar a un restaurante japonés de lo
más mono
para tomar un trago de sake
con calamares fritos. (56)

La citas que aquí se incluyen pretenden que a través de esta pequeña muestra se contemple el dominio de la palabra poética que Etcheverry posee. Aparecen diversas figuras literarias como la metáfora original, en "la esencia de la poesía" (64) por ejemplo, donde dice el poeta: "Y de repente un animal / con carne hecha de memoria / ensueños, el paso del tiempo/ te muestra sus garras . . ." (64). Hay diferentes tipos de aliteraciones que dan a los poemas mucho de su ritmo y también imágenes de mucho impacto como en "Viriato" donde el protagonista del poema cae en combate: "Cae, dice: ahora estoy jodido". / Y se incorpora a la cadena sin fin de nuestros muertos, / formando un eslabón de sangre y hierro". (38) La imagen de la "cadena sin fin de nuestros muertos" refuerza el mensaje de optimismo al saber que la muerte del combatiente no ha sido en vano.

Vitral con pájaros es, en suma, una antología esencial de un poeta fundamental de las letras hispano-canadienses (y de Latinoamérica) como es Etcheverry. Esta edición muy bien cuidada viene a llenar una necesidad al poner en manos de más lectores voces tan propias y de tanta trayectoria como la de Jorge Etcheverry. La invitación está abierta a leer esta poesía clara y vibrante, llena de preguntas, de cara al futuro, pero sin olvidarse de la raíces, de la responsabilidad del poeta ante su realidad.

Reflexión hacia el sur, publicado por Ediciones Amaranta en 2004, contrasta a nivel formal con Vitral. . . En Reflexión hacia el sur Etcheverry vuelve a la prosa, a veces narrativa y a veces poética, característica de Tangier (1997), de A vuelo de pájaro (1998), de El evasionista (1981) y también presente, aunque en menor medida, en La calle (1986). Si Vitral con pájaros lograba unidad estilística con sus versos y poemas generalmente cortos, tal vez por decisión de la editorial, Reflexión hacia el sur logra también esa unidad por el uso exclusivo de poemas en prosa y el tono reflexivo. En ambos libros se sobrepone la voluntad del autor de dar un libro de alta cohesión y conciencia poética.

Reflexión hacia el sur no es un libro de fácil lectura. Jorge Etcheverry no le hace concesiones al lector. Como se señaló más arriba para Vitral..., en Reflexión. . . encontramos también poemas herméticos y fragmentarios tanto a nivel formal, donde las líneas del texto se cortan si razón aparente, como a nivel lógico, en donde se hace difícil seguirle el hilo a la voz narrativa. Esta fragmentación puede ser un aspecto muy positivo de la escritura etcheverriana por su carácter subversivo y su constante exigencia hacia el lector, pero también puede convertirse en una debilidad al dificultar la lectura y hacerle difícil al lector la compresibilidad del texto, al punto de tal vez frustrarlo. Hugh Hazelton, comentando el estilo de la obra de Etcheverry, lo ha caracterizado como discontinuo, experimental y alucinatorio (29), términos que describen con acierto el arte de escribir de este autor chileno-canadiense.

A la dificultad causada por la fragmentación y la ruptura del discurso, que tal vez se deba al carácter conversacional de la poesía de Etcheverry, el cual permite la digresión, habría que agregar el cultivo de imágenes surrealistas, como por ejemplo al principio de “Resplandor extinto”, que dice: “. . . canto a ese cordón umbilical que va como cáñamo de seda saliendo de mi cerebro a tu cuerpo tendido en el sillón por las mañanas. . ." (33). Estas imágenes que enriquecen la poesía obligan a que el lector trabaje en su procesamiento.
La poesía de Etcheverry es a menudo una poesía cerebral que tiende a la abstracción. Esta característica la vemos en muchos poemas, especialmente en “Negro” (26), “La Donna” (38) “Trabajadores del vacío” (40-43), donde tenemos oraciones como “Parece que las vastas construcciones históricas que delineaban sus líneas luminosas en un futuro no tan incierto retroceden en la lejanía. . . “ (42).

El libro toma el título del primer poema, que se divide en tres partes. Hasta allí llega la reflexión hacia el sur propiamente dicha. En cuanto a la temática, ésta es tan variada como en Vitral con pájaros, manteniendo como rasgo característico el tono reflexivo sobre diversos temas como la política, la herencia ancestral, la mujer y otros temas relacionados con las vivencias cotidianas del poeta. Como en Vitral..., Etcheverry presenta los poemas sin ningún orden cronológico, quedándole al lector, si tiene la curiosidad, la tarea de determinar en qué orden fueron escritos.

Vale la pena analizar el tema de la identidad en este poemario. Etcheverry lo aborda de manera irónica. Al principio del libro, en el poema “Reflexión al sur” comienza engañosamente y significativamente con la palabra “somos” para comenzar a hablar, desde un yo colectivo, sobre lo que es el pueblo chileno. Dice el poeta: “Somos un pueblo extrañamente dotado por la naturaleza” (11), comenzando así a definir a Chile de manera esencialista y hasta nacionalista. En este recorrido enumerará las cualidades de la nación chilena, como la geografía, los grandes personajes históricos, la belleza de sus mujeres (13), el carácter del chileno (13). En la sección II se cambia el lugar de la enunciación, ahora se hace desde el exilio, desde donde se recuerda el país lejano. La sección III nos presenta de plano un exilio mezclado con un cosmopolitanismo. Esta primera parte del poemario termina con una nota irónica y amarga. Dice Etcheverry: “Todavía aquí achunchados si hay que decir que en Chile no pasa nada o que pasó todo a quien nos pregunta por aquí “ (20), nota amarga que anuncia la aseveración del poema al final de esta sección, donde asevera, en tono vallejiano, que en “nuestros corazones hay como una música húmeda” (21).

En este mismo poema inicial, y siguiendo con el tono irónico que Etcheverry adopta para el tema de la identidad, afirma: “Somos un pueblo extrañamente dotado por la naturaleza. Gozamos de una gran facilidad de adaptación a otros países, pero nunca nos mimetizamos” (13) (subrayado mío). Esta aseveración contrasta con lo que el poeta dice diez páginas más adelante, en el poema “Postales II: “. . . Y se encerrarán . . . Rodeados de hijos que pálidamente reflejan la propia infancia. De nietos que hablan otra lengua, comen otros alimentos tratando de pensar que los montes y los valles y la larga costa eran un sueño” (23). El esencialismo se derrumba ante el paso del tiempo y a la embestida de la realidad que obliga a la gente a adaptarse, a cambiar, a asimilarse como un hecho natural. A través de este enfoque irónico de la identidad, Etcheverry nos sugiere que la identidad, más que un mito, que una esencia, es algo cambiante, algo en perpetuo movimiento. Comenta sobre el tema de la identidad Julio Ortega:
“. . . Pero, por otra parte, la identidad es una resolución, no simplemente un origen. Si se la presenta sólo como un origen se corre el peligro del esencialismo (según lo cual habría una identidad originaria y todo lo que sigue sería una pérdida), lo que deduce una política conservadora. . . Se corre también el riesgo del determinismo, que impone una versión traumática” (24)

Reflexión hacia el sur reúne las mejores características de la poesía de Etcheverry: una ironía fina que exige una lectura atenta, un humor también característico ya analizado en Vitral. . . , unas imágenes surrealistas, una ruptura o discontinuidad del discurso y una actitud subversiva que permea todo el texto y que, entre otros, se ve en la voluntad de borrar las líneas entre poesía y prosa, entre poesía y relato, entre poesía y ensayo o filosofía. Jorge Etcheverry es el poeta de la conciencia poética, de la conciencia lingüística, de la conciencia social y de la conciencia estilística.

Obras citadas

Etcheverry, Jorge. Reflexión hacia el sur. Saskatoon: Amaranta, 2004.
---. Vitral con pájaros. Otawa: Editoral Poetas Anti-imperialistas de América, 2002.
---. A vuelo de pájaro: Miniantología personal. Otawa: Verbum veritas, 1998.
---. Tangier. Trad. J. Etcheverry y Sharon Khan. Otawa: Cordillera, 1997.
---. La calle. Santiago: Sinfronteras, 1986.
---. El evasionista / The Escape Artist: Poems 1968-1980. Trad. Christina Shantz. Otawa: Cordillera, 1981.
---.Hazelton, Hugh. Latinocanadá. A Critical Study of Ten Latin American Writers of Canada.Montreal & Kingston: McGill Queen's U P, 2007.
---.Ortega, Julio. El principio radical de lo nuevo. Postmodernismo, identidad y novela en América Latina. Lima: Fondo de Cultura Económica, 1997.

jueves, 13 de marzo de 2008

La escritura del escritor chileno-canadiense Jorge Etcheverry:Testimonio de algunas ideas centrales relacionadas con su obra

Manuel Jofré
Universidad de Chile

ANTECEDENTES

Me parece fundamental establecer, desde el inicio, algunas cuestiones básicas. Lo que Jorge realiza, primero que nada, es una escritura y en ese marco hay que entenderlo. Es la dimensión macrodiscursiva, más allá y fuera de la obra. Quiero comentarla primeramente sin diferenciar tanto entre poesía y prosa.

Segundo, el proyecto de esa escritura es un diálogo constante con el contexto discursivo, de tipo cultural, dinámico y cambiante, que construye la escritura de Jorge misma. Se dialoga con el sistema de la poesía chilena en el interior y también con la literatura contemporánea, particularmente canadiense. Este contexto no puede verse como un conjunto estático de objetos, sino que son otros discursos con los cuales se dialoga, desde el observatorio que es su posición como escritor chileno en Ottawa. Un escritor por siempre en el exilio.

Tercero, esta escritura situada también dialoga con la coyuntura política global, asumiéndose como parte de un proyecto de trinchera. De allí la importancia de las crónicas, o anuncios, por ejemplo, en su totalidad. Y la consideración que se le da a la libertad artística, tanto en el politematismo como multiplicidad de géneros en las formas poéticas, a modo de ilustración. Hay una lucha ideológica que son los choques entre las placas teutónicas gigantescas de índole temporal. Y espacial, expresadas en el embate ideológico.

LAS INTERACCIONES

Cuarto, esta escritura acerca de la escritura de Etcheverry se genera desde la idea de el ínter fertilización de parte de las diversas instancias discursivas, esencialmente permitiendo que los procedimientos prosísticos actúen sobre la escritura poética. Eso ya estaba como planteamiento en Etcheverry en los años 60, en su parte del manifiesto de la Escuela de Santiago.

Quinto, no se trata que la poesía intervenga en la realidad sino que la realidad intervenga en la poesía, Este proceso pertenece al gran tiempo del milenio donde lo lírico se narrativiza. Hay, aquí en Etcheverry, este procedimiento, en esta escritura, como un generador prosístico. La prosa es critica, cuestionante y mantiene una relación no idealizada con su tiempo presente. La prosa va siempre más allá del mundo personal de la poesía de la voz que comparte. En otras palabras, la relación entre literatura y vida es muy estrecha en la escritura de Etcheverry. Y es parte del gran diálogo entre discurso y realidad, que no puede ser visto solo mimética o referencialmente.

LOS GÉNEROS

Sexto, es pues la prosa la que interviene a la poesía y no la poesía a la prosa. Un traspaso de géneros de la vida, géneros discursivos primarios que transitan a los géneros literarios. Esto significa que el imaginario cotidiano es de una gran capacidad expansiva en la escritura de Etcheverry, tanto como enfrentamiento de lo real, en las notas, crónicas y prosa, en cuanto a géneros discursivos y literarios diferentes y también como el real cotidiano ingresa a la poesía, como un elemento muchas veces antipoético.

Séptimo, la escritura de Etcheverry es pues de mimetismo bajo, como diría Frye o de la poética de la ironía como diría Bajtin. Sus obras realistas, poemas, crónicas, anuncios, testimonios, que se encuentran en su obra publicada y en su sitio web son todos microrrelatos. Son cuadros de la vida cotidiana, que parten de una experiencia concreta y especifica pero que no se dejan reducir a lo autobiográfico.

Octavo, en él, la literatura se basa en lo urbano, tal como ha reafirmado una y otra vez desde el Manifiesto de fines de los sesenta. Sus textos, ya sean poemas o relatos de variada extensión son retratos urbanos de circunstancias, situaciones con personajes históricos y reales. Una escritura, a fin de cuentas, facturada de episodios vivenciales; paradojales, a veces, paródicos otras veces, donde la absurdidad postmoderna se manifiesta siempre. , la escritura de Etcheverry es pues de mimetismo bajo, como diría Frye o de la poética de la ironía como diría Bajtin. Sus obras realistas, poemas, crónicas, anuncios, testimonios, que se encuentran en su obra publicada y en su sitio web son todos microrrelatos. Son cuadros de la vida cotidiana, que parten de una experiencia concreta y especifica pero que no se dejan reducir a lo autobiográfico. Octavo, en él, la literatura se basa en lo urbano, tal como ha reafirmado una y otra vez desde el Manifiesto de fines de los sesenta. Sus textos, ya sean poemas o relatos de variada extensión son retratos urbanos de circunstancias, situaciones con personajes históricos y reales. Una escritura, a fin de cuentas, facturada de episodios vivenciales; paradojales, a veces, paródicos otras veces, donde la absurdidad postmoderna se manifiesta siempre.

lunes, 10 de marzo de 2008

Ante “Cuarteles de invierno”. Un acercamiento a la poesía de Jorge Etcheverry

José Carlos Sánchez-Lara

Uno pudiera haber dicho: El poema “Cuarteles de Invierno” de Jorge Etcheverry es el testamento de una generación que se repliega. Pero uno intuye, dicha reflexión es totalmente errática. Uno, entonces, se prepara un buen café, desconecta el teléfono, comienza a leerlo, despaciosa-mente.

Y al cabo, ¿qué encuentra uno?

Cada nueva observación se debate entre la Poética y la posibilidad de generar un excedente ficcional a partir (a través) del propio texto. Y así, como cada poema es variación de un poema anterior o posterior, su análisis conceptual presupone una variación del imaginario que lo hizo posible. Si todo poema es in-explicable, intentar una elucidación concreta del propósito de su autor, nos obliga a zambullirnos “detrás”, “debajo”, de ese material, cuya composición reclama un entendimiento que lo haga al menos asequible. Uno entonces percibe que hay dos momentos, o tipos de lectura (eso ya lo descubrió Cortázar): aquel primer enfrentamiento con un texto x, que es disfrute estético; y otro que “obliga” a “poner-en-claro”, corroborar lo que se lee, lo que se digiere. Se trata de un proceso interactivo. Lo que por su parte, no añade nada nuevo a lo que uno en principio pretendió dilucidar.

Entonces ¿por qué está uno frente a CUARTELES DE INVIERNO, si cada poema es su propia explicación? Quizás porque uno se siente deudor de un texto formidable.

Intentemos lo que en principio uno pretendió. Esta vez poniendo “garra”, concentrando lo que teósofos llaman “tercer ojo”; o ejerciendo una lectura del ensimismamiento que nos permita acceder a su verdad, su topo-grafía. Que lo escrito y lo observado sean uno. O al menos de ser factible, se conviertan si no en la mismidad del texto, en puente mental; consigan reducir el tramo que separa al poema de su observador.

Uno, entonces, ante “CUARTELES DE INVIERNO”, se aventura y dice:

–––Este modelo escritural no tiene precedente o al menos remite a una percepción no-poética, dentro del poema. Lo que existe en el centro del poema no es, necesariamente, la tradición de la poesía en nuestra lengua.

Como en “LOS PARAISOS ARTIFICIALES’ de Charles Baudelaire. O en los “CUADERNOS DE RODEZ’ de Antonin Artaud. Como en “LA ESCRITURA DEL DESASTRE’ de Maurice Blanchot. La poeticidad de ‘CUARTELES DE INVIERNO” es poeticidad “amenazada”. Radica en el despliegue de una narratividad colindante con el ensayo, la psicología, y la sociología, que desintegra lo poético-mismo a favor del crecimiento estructural, versicular.

Diríase también que: en los mejores textos de Jorge Etcheverry, la poesía toma la forma del cristal que la contiene. O como sabía el viejo Arreola: “Toda belleza es formal”.

Pero, ¿qué está diciendo uno? O uno confiesa no saber lo que está diciendo, o asegura que:

––Cada bloque textual avanza aquí como archivos de una filmoteca, mostrando los estratos mentales de un autor (¿de una generación?) que regresó del infierno.

Dicho escritor parece ironizar dolorosa-mente sobre un entorno que: padece un largo y exhaustivo gripe moral. Su escritura tiene el gesto del exilio, la tranquilidad corrosiva de quien se asoma a un balcón y entre el viento gélido y la luz pesada, pronostica, recuerda.

“(…) no nos queda mucho por hacer fuera de emitir fragmentos de prognosis de la POLITICA MUNDIAL (…) Yo creo que nuestra palabra ha llevado a una fermentación de los cuatro costados del mundo de una manera oblicua (…) que nuestros infinitos sueños de justicia y venganza mancharon de muy diversa manera el mosaico de las antesalas de cien distintos PALACIOS PRESIDENCIALES (…)”

Porque ¿no es este Etcheverry, como otros muchos, un sobreviviente de? Sometida a un largo proceso de desolación, de acumulación, su escritura pareciera retomar algo mucho tiempo masticado, callado, u hostigado. Sale a la luz, se muestra, está. Dicha regurgitación, o vómito. Y he aquí que “ello” se ofrece, como oposición a lo antedicho: pues no es Jorge Etcheverry un simple regresante (sic) del holocausto latinoamericano, si no la conciencia de dicho holocausto encarnada en un poeta, en el-hombre-que-define. Arturo Rimbaud “vio” el mundo desde un granero. El poeta chileno Jorge E., tiene en la diáspora su granero, su punto de control.

Y aunque uno sabe (o imagina) que el lenguaje de la poesía pareciera dialogar con nadie, uno escucha “aquí” ese dialogo, esa tentativa que tras la desesperación, se aquieta y nos formula. Porque la poesía aunque puede caer en el vacío de la multitud e incluso intimidarla, también a veces consigue un golpe de sazén que nos alumbra.

Y uno asegura que acontece “aquí”. O porque a uno le gusta comprobar que ciertas voces pueden conseguirlo. ¿Poesía aún? Poesía aún. Mostrar, desde la apacibilidad, otras maneras de contar el crimen (entendido también como la falta de visión, de comprensión, de las cosas sucedidas. Lo acontecido en provincia América. Pólipo físico y virtual que llevamos dentro. Lo acontecido en provincia Mundo). Mostrar la continuidad (resistencia) civil desde el observatorio del poema:

“Las nuevas hordas arden compactas en movimientos guerrilleros vastísimos, desconocidos por mi generación. Multiplicase la destrucción material y humana en las filas del enemigo. Mira: las cohortes se ciernen nutridas como el trigo, de una estación a otra. Florecen de la noche a la mañana como flores de muchos pétalos”

Pero uno se cansa de dar vueltas en torno a ‘CUARTELES DE INVIERNO’ sin elaborar un discurso ‘luminoso’, diríase francés. Y como sucede en toda observación, se paraliza. Porque los datos expuestos no muestran fehacientemente lo sucedido en el poema, si quiera se aproximan, o guardan relación con el conjunto.

Y aún así, uno asevera, uno se atreve a aseverar que este poema también es un vector político. No de manera panfletaria. Si no al modo de regulador, scanner, o radar poético (profético) de un afuera donde “estallan las bombas en los aeropuertos como el pentecostal aquejado por lenguas azota su cráneo contra el piso”. Y todos estos sismos (esquizoculturales, sociales) los registra desde su punto de control. Y lo que registra, diríase: subyace. No lo escrito claramente, es lo que fue dicho. Se descubre más. Quien mueve y dispone los fragmentos (polaroides del terror) que el poeta traduce, expone, corrobora. Quien establece la anormalidad como standard o medida de las cosas. Quien consigue que la libertad siga pospuesta, por urgencias marginales.

Debajo de un orbe casi-muerto por voluntad del caos y malas políticas Etcheverry emite sus señales. En su escritura no hay teatralidad. No hay teatralidad bajo los túneles, bajo los cuarteles. Y eso lo percibe uno.

José Carlos Sánchez-LaraJosé C. Sánchez Lara (cuba, 1969), poeta y narrador. Con un libro de poesía publicado [REGIONES, premio Nogueras, 2004], varios de sus textos han sido recogidos en revistas universitarias norteamericanas [ver Rio Grande Review, The University of Texas at El Paso, volumen 25 Spring 2005] y cubanas [ver Azoteas 2003]. Actualmente radica en USA. sume una escritura del conflicto, dentro del lenguaje y los afueras posibles que cercan al poeta contemporáneo. En su poesía el dolor está camuflado por una ironía seca, o casi expresionista. Cualquier suceso de la literatura o la propia oralidad, le resulta elemento válido conque engrosar este discurso en ocasiones sórdido, acusador, chocante, aunque tangencialmente sentido, humano. Este texto sobre Jorge Etcheverry integrará en su momento el cuaderno LA ESCRITURA AMORDAZADA (ficción crítica).

Cuarteles de invierno

Jorge Etcheverry

Extraña guerra amigo-
"No la quise yo"
(de la película Johnny el bastardo)

Hemos visto multiplicarse nuestra especie en estos últimos veinte años. Aunque reconozco que no nos queda mucho por hacer fuera de emitir fragmentos de prognosis de la POLÍTICA MUNDIAL. Alejados de las jornadas agotadoras por problemas de salud (y de vejez). De los amplios frentes encendidos

-Dejemos a las generaciones jóvenes el campo. Refugiémonos junto a nuestros hijos. Refugiémonos junto a nuestros hijos. Sean bienvenidos a esta casa los jóvenes en busca de consejo, estratégico y personal

-Recuerda las décadas pasadas. La escasez de cuadros que nos hacía ostentar rasgos tan marcadamente individuales. Recuerda la repetición de las mismas caras en las reuniones. El cuidado en la planificación de entradas y gastos, efectos y desastres

-Las nuevas hordas arden compactas en movimientos guerrilleros vastísimos, desconocidos por mi generación. Multiplícase la destrucción material y humana en las filas del enemigo. Mira: las cohortes se ciernen nutridas como el trigo, de una estación a otra. Florecen de la noche a la mañana como flores de muchos pétalos"Yo creo que nuestra palabra ha llevado a una fermentación de los cuatro costados del mundo de una manera oblicua. Yo creo que nuestros infinitos sueños de justicia y venganza mancharon de muy diversa manera el mosaico de las antesalas de cien distintos PALACIOS PRESIDENCIALES. Estallan las bombas en los aeropuertos como el pentecostal aquejado por lenguas azota su cráneo contra el piso. Ya no hay lugar para las noticias desalentadoras incluso en los diarios enemigos. Limpiemos nuestros anteojos empañados por la congelación de la atmósfera. Tratemos de volver las páginas con nuestras manos progresivamente más torpes. Superemos nuestro mareo cuando nos adelantamos por las cuatro esquinas de las ciudades. Moviendo nuestras piernas pesadas. Verificando nuestra capacidad para aportar nuestro GRANITO DE ARENA

Enlace a "Hablativo Agente"
Se encuenta el Escritores.cl http://www.escritores.cl/libros/hablativo/index.htm, y de este libro forma parte "Cuarteles de invierno", objeto del siguiente artículo. El poema va a al final del artículo.

domingo, 9 de marzo de 2008

Lenguaje, realidad y memoria en la poesía de Jorge Etcheverry

Fernando Veas Mercado

En mi intervención sobre la poesía de JE me voy a referir a ciertos aspectos lingüísticos; se trata de prosismos, expresiones coloquiales, dichos, frases hechas referidas al mundo inmediato del hablante poético que se caracterizan por su discursividad y que estructuran una visión reflexiva. Poesía caracterizada por un aparente casuismo que sobrepasa lo anecdótico con una expresión, despojada de imágenes previsibles. Normalmente, el hablante de los poemas de Etcheverry es un yo poético que quiere evitar el sentimentalismo para adentrarse en una expresión más rica y auténtica que corresponde a la concepción del poeta como un testigo que habita una realidad, muchas veces hostil, en la que debe desenvolverse sin olvidar sus principios.

01. En los poemas hay ironía, humor, lirismo, alusiones, guiños y referencias que conforman una realidad con un espacio privilegiado: la ciudad, en sus dimensiones deshumanizadoras y amenazantes pero también en sus atmósferas habituales e incluso, reconfortantes. En esa realidad hay seres de todo tipo. Hay también mucho vuelo, pájaros, ensueños y deseos y valores suspendidos salvados por una memoria activa que configura una personalidad poética poseída por un temple de ánimo en el que predomina la nostalgia, la memoria y la clarividencia.

02. En mi opinión, la poesía de JE es una mirada atenta, penetrante y lúcida sobre la realidad. Sus textos plasman ese mundo en términos y formas atípicas que configuran un estilo que, a veces parece diluirse, cambiar o desaparecer, pero que vuelve con fuerza en otros poemas en los que la utilización de las palabras no es nunca ajena a un hablante poético siempre asombrado ante la realidad a la que trata de arrancarle sus verdades, inconsecuencias y todo lo que la hace deleznable o para insuflarle un poco de humanidad.

03. Me voy a referir sobre todo a los libros El evasionista (1981) y Tánger (1990). También diré algo sobre A vuelo de pájaro (1990), Vitral con pájaros (2002) y Reflexión hacia el sur (2004) los tres últimos son antologías con poemas de diferentes épocas. Hablo de ellos cuando me permiten incluirlos en temáticas trabajadas o en un posible proyecto, en mi opinión. Leí dos otros conjuntos de poemas en internet. Hablativo agente y Textbook, además, podemos mencionar Diario Bitácora. Otra sorpresa, en ellos figuran poemas que vienen de varios rumbos (de A vuelo de pájaro de Vitral y textos antiguos y otros recientes no incluidos en ninguno de los libros). Hay aspectos como las influencias o la reelaboración de algunos temas pero eso lo dejaremos para otra oportunidad.

04. No podré hablar de la prosa de Etcheverry, de sus relatos ni de la novela De chácharas y largavistas; tampoco de su contribución crítica original y estimable, que explora temas como la obra de Beckett, el posible posmodernismo hispanoamericano y otros tópicos tratados con sensibilidad y conocimiento.

05. Su poesía evidencia múltiples, provechosas y muy bien asimiladas lecturas, lo que para mí es nodal es la actitud con la que enfrenta la realidad y por consiguiente cómo se va armando su escritura.

Naturalmente hay tópicos en sus textos. Etcheverry los revitaliza y les da un tratamiento novedoso. Eso se llama oficio pero, sin la mirada certera sobre la realidad, los trucos van a aparecer o bien, se va a desaprovechar una visión que podría ser original.

Las opiniones de Etcheverry sobre los demás, es honesta y por eso algunos de sus juicios pueden parecer lapidarios ya que simplemente tiene convicciones bien meditadas. Pienso por ejemplo en su poema Antipoema de Vitral:

L Los poetas que leen son todos pésimos
Conozco a todos los músicos
Me sé sus canciones de memoria

Si Dios les mandó
Este desastre natural
¿Quién soy yo para aliviar su sufrimiento? (Vitral, p.71)

Claro, ni tanto ni tan poco. No cito fuera de contexto (no lo hay) Simplemente para mí es un ejemplo del fresco desenfado de su poesía.

Por otra parte, se autocrítica a menudo; eso forma parte de su andadura poética; La poesía como pega, Tiempo libre, Idea para un concurso, Icaro, Darwinismo son miradas sin contemplaciones sobre los poetas, el quehacer poético y su resultado.

La poesía de Jorge E. Posee varias dimensiones. Es discursiva y a veces sentenciosa y reflexiva. Podríamos creer que se complace en la anécdota, pero esa estimación sería superficial. Hay siempre alusiones filosóficas, históricas y literarias que evidencian una formación sólida pero de la cual no se hace alarde. Escribe una poesía flexible en la que aprovecha muchos materiales que asume o que parodia.


1. El evasionista

El libro está organizado en tres partes con 10, 11 y 12 poemas respectivamente. Cada parte podemos decir que tiene sus características propias. Tánger es un continuum, con ciertos enlaces en diferentes niveles.

El hablante explicita su posición ante la poesía desde el comienzo:

Alguna vez tendremos la oportunidad de dejarnos llevar por una manera de decir que toque los extremos del mal gusto… (El Evasionista, 10)

Pero está la vida por el otro lado: Estamos sujetos al amor y la estulticia, a la traición, a la mantención del cuerpo y el alma,... Ibíd.

Esta doble vertiente alimentará esta poesía y Heidegger se desliza en una alusión: la de que el hombre es un ser para la muerte. El hablante está cercado. Escribe sin pretensiones pero se dice “sale pa´llá…” que es la primera autoapelación, escribir, sin pretensión pero, escribir ya lo es, de ahí ese recordarse esa especie de pequeña hipocresía y acto seguido una alusión a como se puede enriquecer un texto que no deja de recordarme el prólogo del Quijote. Acto seguido, encadena con un prosismo: Volviendo al tema… Los chilenos somos todos poetas….Creo que en estas primeras páginas ya tenemos lo que será la constante de la poesía de Etcheverry que se aumenta con:

Suspendamos un momento esta letanía para rendir un homenaje a todos aquellos que usaron alguna vez una manera de decir que de algún modo está presente en la intención de estos escritos. (El evasionista, p.12)

El homenaje a poetas: Ginsberg, Perse, Lautréaumont, Eliot, define una concepción primera de su poesía. También la lectura de Esquilo, de sus párrafos rítmicos como respuesta a la poesía chilena de los 60 que se limitaba:

“a una sola imagen trabajada con esmero que,
traducía una impresión al alcance de todos
la restricción del lenguaje nacida de la asunción de una
parquedad supuestamente telúrica”
(El evasionista, 14)

Pero también están Beckett, Rimbaud y Whitman y Pound y de Rokha.

En algunos textos de El evasionista hay el deseo de constituir una poesía que se aleje de la imagen tradicional y que pueda fundirse con lo habitual que, sin embargo, no es fácil de penetrar, de ser conocido porque en la expresión acecha el sentimiento que entorpece. La poesía implica perder esa sentimentalidad y acostumbrarse a otra, que implica una nueva relación con la realidad, aparentemente reducida pero, en el fondo, más rica y auténtica. El hombre debe elevarse renunciando a los estimados valores sociales burgueses, pedestres y ordinarios, debe dejarse llevar por los sueños pero sin renunciar a lo humano, a la vitalidad, a la aceptación de la fuerza genésica que será asumida sin disfraz y, sobre todo, sin renunciar a la historia. Pero, siempre volvemos a nuestros gastados ritos, porque es difícil o imposible mantener ese ritmo.

Las imágenes del mundo poético son variadas, son elementos que a veces se deshacen o chocan o son completamente ajenos al mundo habitual del hablante poético. Por otra parte, éste muchas veces no se siente único, como realizando una labor primigenia. Elabora sus textos a partir de ciertas consideraciones que lo tocan esencialmente y que son elementos banales o habituales de toda existencia. Pero justamente la observación y la reflexión evidencian la profundidad de la mirada sobre la situación en la que se encuentra una conciencia que debe desenvolverse, penosamente, en esa realidad. El hablante se percata que lo grandioso no es materia poética en sí y además, porque se ha abusado tanto y con lenguaje hueco pero también rechaza la poesía hermética, que ha conducido muchas veces a una poesía que se pilla la cola en su hermetismo. No se da el trabajo de definir esa materia, simplemente vive y escribe. Simplemente, la vida, como dijo Rimbaud.

Pero, por otra parte, el hablante recorre otras atmósferas, reside o deambula imaginativamente en otras regiones prestigiosas, hasta míticas, en las que casi en ensueño, se integra. Otras veces son recuerdos de momentos de un pasado mítico o legendario lo que de alguna manera contrasta con la situación a que hemos aludido antes, la ordinaria. Cosas 1, Fragmento 1 Ahimsa, Fragmento 2.

Varios poemas con estas características resultan herméticos, con imágenes que se van sucediendo, a veces, en un sistema personal difícil de penetrar. Sin embargo, el hablante termina por volver a un contacto real sin abandonar ese planeta. En una especie de violencia que lo determina, a la que no puede escapar. La vida gana la partida. A lo largo del libro la expresión más cerrada se va aplacando hasta concrecionar el programa declarado al principio y el libro termina con esa etapa insoslayable para el hablante poético que no se quiere falsear. Por eso, creo, Tánger conserva sólo algunos aspectos de ese primer libro y veremos cómo en los libros posteriores, que Etcheverry presenta como selecciones, podemos discernir una organización en torno a principios que todavía están marcados por la búsqueda, poco a poco se van afiatando y ya tendremos el Etcheverry definitivo que no ha dejado atrás, sus convicciones, sino una cierta manera de escribir primera aunque no completamente.

Ese intento del poeta debe ser aplazado:

Quisimos abandonar la imagen y llegar a las cosas, que reptan en torno a nuestros pies- No tenemos todavía preparada la pupila
Pero me dijeron que podría perder un ojo –el izquierdo-
el ojo del corazón, que tuerce y disfraza.
(El evasionista, Fragmento 4, 48)

El intento de producir una poesía si no más objetiva, despojada del sentimiento, no es fácil ya que si lo perdemos, en función de la pasión humana, se corre el riesgo de no llegar a nada. Por eso, en otro poema ha dicho que hay que equilibrarse en la cuerda floja.

Las circunstancias en la que se encuentra el hablante son privilegiadas, pero, se miran bien:

“Un día, un cataclismo ha de hundir esa franja de tierra en el Pacífico. Mientras tanto, démonos el lujo, la tranquilidad y el tiempo, para producir poesía, vinos, regímenes y teorías sociales”. (Tánger, 13).

Es patente el deseo de escribir poesía no sentimental:

“Enarbola como una bandera la expresión de la perplejidad/esconde tus pensamientos bajo la almohada para que compruebes su desaparición a la mañana siguiente./Acelera el ritmo de tu corazón vacilante, ponlo al ritmo de las candelas y las luciérnagas/ no ejercites tu cabeza, no demuelas tus pupilas con todos estos inútiles ejercicios.
(El Evasionista, p.98)

El poeta es libre, nadie lo puede obligar a: “hablar con voces gastadas”.

En el poema El sopor de los pájaros II explicita la necesaria sintonización entre emisor y receptor que no parece lograr la poesía tradicional ni la nueva en sus comienzos, o tal vez, nunca:

“La anulación de la voz se explica por la trituración de los sujetos. La obscuridad de la voz por la confusión del escucha” (El evasionista, 104)

No entra en disquisiciones sobre angustias existenciales o nebulosos conflictos, no se alude a las materialidades que impiden al receptor oír y más todavía, comprender cabalmente el discurso poético. Dispara iluminaciones que construyen en el texto la situación de acogida y lectura del poema sin caer en un falso historicismo o análisis sociológico que le quitarían ésa, lo diré, elegancia, que aparece en sus poemas a pesar del tono francamente desenfadado, apelativo, directo. Gracias a eso logra constituir su otro yo, ese posible cómplice, ese igual del que nos habló Baudelaire:

“No escuches las palabras demoradas y roncas, la interminable consolación del Pensamiento General, tan apreciado en el curso de la historia. No te distraigas en la Forma de proclamas y boletines, Ejercita tu vuelo breve, como una codorniz herida de una balazo, que sin embargo salta de acá para allá una vez que se aleja el cazador (...) Enróllate sobre ti mismo como el quirquincho, proyecta hacia afuera el abanico de tus púas como el puercoespín”. (Ibíd.)

El poeta y su poesía llevan una vida dura, de coraje: libra una batalla que seguramente no puede ganar:

“La palabra del mago ya no se escucha por los altoparlantes, no se difunde por los periódicos ni grita desde las aulas (...). El Gran Sueño se aleja a nuestras espaldas a medida que el calendario avanza, a medida que se acumula el metal en nuestras articulaciones”
(El evasionista, 108).

A pesar que la lucha por ciertos valores persiste en otros lugares del mundo, que no son la patria del hablante, y que él y sus congéneres parezcan subsumidos en metafísicas lecturas, que el yo desaparezca debajo de la nieve, el hablante se define como un fantasma o como alguien que debe nacer de nuevo o como alguien que trata de poner una distancia entre él y los demás. No es ajeno a esto la imagen del poeta, como voyeur, como mirón u observador pero, al mismo tiempo, voyeur en el sentido de vidente. Estos cambios propiciados, este cambio en el pensamiento poético, esta búsqueda para salir de las brumas constituyen los signos distintivos de esta poesía. Pero hay ciertas dudas respecto a esto último ya que no hay la misma claridad religiosa o política o de alguna tendencia espiritual o histórica; el hablante es prácticamente un huérfano. Ese casi estado de yecto engendra una poesía laica, ajena a presencias no poéticas o que tamiza las influencias. Al poeta, sólo le queda seguir viviendo, seguir escribiendo, seguir siendo poeta. Hay que notar que Etcheverry va constituyendo su propia referencialidad: el uso de mayúsculas o la canonización, podríamos decir de ciertas alusiones que si a veces tienen algún correlato, otras simplemente son creaciones, imaginaciones en el sentido de construcciones. Hay una oscilación entre una referencialidad histórica en muchos poemas o en versos de poemas y otra referencialidad estrictamente textual. Y otras, claro, casi retórica o convencional: gatos, cuervos, palomas, ratas....

Pero lo esencial para el hablante vuelve siempre:

“Los observadores impersonales no tocan el corazón de las cosas. Nos ven pasar con sus ojos sin entrecejo. Intento fundamentar la fecundidad de estas frases (cómo estamos). Crece el pasto debajo de la nieve. El yo desparece detrás del tumulto de las frases, de la hinchazón del verso largo”. (El evasionista, 112)

Otra vez la torsión lingüística, la pirueta humorística, la autocrítica por dejarse llevar por la grandilocuencia. El gesto no es gratuito, corta un flujo que es el que el poeta desea abandonar...y le cuesta, debe estar vigilante.

El evasionista se cierra con Epitafio a la escuela de Santiago que es un balance:

Debemos al menos reconocer EL PASO DEL TIEMPO.

En Toronto se aburguesan imperceptiblemente
Los maestros, ahora podemos nombrarlos, MAESTROS DE TORONTO
(...)
-Entretanto hemos dejado entrar OTRA GENTE por la ventana
que de algún modo ha pasado a DETERMINAR
aspectos de nuestra vida
-No se puede decir que vivamos descomprometidos. Uno que otro poema aparece publicado en revistas (El evasionista, 114)

El hablante intenta seguir en su línea y si se contamina un poco, por otro lado se renueva tratando de escapar a la vida cotidiana. Pero de todas formas:

Algunos seguimos ligados a una revolución que a lo mejor
Es un sueño.
“Ello siempre con gran entusiasmo”
A lo mejor, tú, yo, ellas, debiéramos nacer de nuevo”.
(El evasionista, 116)

La posibilidad de recomenzar, dicho de manera dubitativa es más bien un deseo: el de tener la oportunidad de reemprender mejor la tarea.

2. Tánger

En Tánger, que evoca un puerto casi mítico desde la antigüedad ya que tal vez hasta Ulises habría pasado por él y, más cerca de nosotros, lugar especial y sitio en el cual vivieron muchos poetas y artistas, varios de ellos lecturas juveniles de Etcheverry: Kerouac, Burroughs, Ginsberg, famoso trío a los que hay que sumar Bowles, Beaton, Corso, Bacon, Orlovsky, Tennessee Williams, Capote y Gysin, ¡casi nada!, una buena parte de la Beat Generation.

Desde el comienzo, el tono es enunciativo:

El vivía prácticamente en ese café.
Conocí a una mujer que era profesional del sueño.
A eso volveremos más adelante (Tánger, 9)

El puerto aparece en su imagen de lo abierto y luego hay una reflexión Con un lugar común que lanza al lector hacia un pasado:

La situación en que nos hemos visto envueltos tiene un montón de precedentes. En fin no hay nada nuevo bajo el sol. En este negocio parece que todo se hizo en los años sesenta. En la búsqueda de algo nuevo, no tenemos realmente dónde volver la cabeza. (Tánger, 11).

Símbolos como los del puerto (Valparaíso) muestran el hormigueo vital y constituye un sitio privilegiado de contemplación, de la imaginación, que tiende a diluirse por el llamado progreso y el cambio de los tiempos que echan a la vera del camino lo que no es útil o, en esas concepciones, verdadero y que, además, mixtifican la realidad misma. La ciudad, el puerto de ahora, en el que deambula el hablante: los puertos son los esfínteres que exudan o inhalan húmedas corrientes de fluidez variables
(Tánger, 15)

El hablante es un protagonista que no se considera especial, que habla simplemente de algo al parecer importante y que busca sin éxito.
En lo que se refiere a la poesía, está harto de tanto lugar común más bien:

hay que regar la planta de la imaginación. Bañarse en los lugares comunes (Tánger, 15)

Para eso:

“Seamos, pues como esas gaviotas, revoloteemos sobre el irisado mar de la realidad, avizorando los peces preciados con nuestra potente vista atravesadora” (Tánger, 16).

Se trata en parte de la famosa doble vista de los surrealistas porque mucho de eso hay en este libro, pero con la diferencia, creo que las asociaciones surgen, no son provocadas y, por otro lado, no son gratuitas, en el sentido que no se trata de asombrar. Más bien, para mí se trata, en el buen sentido del término de lo real imaginativo, que no mágico. Se trata de imaginación, no de fantasía. Por eso el país y los seres son caracterizados por cualidades y defectos que no provienen de un análisis estrictamente cerebral. Por eso el puerto, por eso Tánger.

En esa realidad “Una lechuza canta “a lo lejos, canta”. Etcheverry opera una síntesis. Por una parte, la clara alusión al poema 20 de Neruda con todo lo que eso implica, por otra, una referencia no tan oblicua, creo, al epígrafe de El Obsceno pájaro de la noche de José Donoso y creo que el contexto parcial y total de la obra de Etcheverry me permite afirmarlo. Creo que vale la pena citar completa la frase de H. James:

Todo hombre que haya alcanzado su adolescencia intelectual, comienza a sospechar que la vida no es un chiste, que tampoco una gentil comedia: sino que florece y fructifica al contrario en los abismos más trágicos y profundos de la esterilidad esencial en la que están sumergidas las raíces de su ser. La herencia natural de todo aquel que es capaz de vida espiritual es un bosque salvaje donde aúlla el lobo y grazna el obsceno pájaro de la noche”.

Debemos ser:

Como una roca sólida rodeada de la arena lisa
Sin límites
De nuestras vidas
Que no van a dar a la mar
Sin más (Tánger, 24)

Ahora es el turno de Jorge Manrique. No, no podemos ya aceptar ese tipo de consolaciones, un sólo verso basta para rechazar una concepción jerárquica y teológica de la realidad.

Debemos dejar las imágenes abstractas, debemos dormitar sin cerrar un ojo porque ( Tánger, 25) nuestra vida es precaria y la creemos banal a causa de las circunstancias.

Por eso, luego, en un poema va a utilizar como caja de resonancia, otra vez, a Neruda. Me refiero específicamente al poema II de Alturas de Macchu Picchu del cual Etcheverry cita por lo menos un verso textual sin esta vez entrecomillarlo: “En qué lugar de su conversación abierta” pero, no termina como Neruda que dice...

entre los almacenes, los silbidos, en cuál de sus movimientos
metálicos
Vivía lo indestructible, lo imperecedero, la vida”.

Nuestro poeta dirá:

entre el teje y maneje de los llamados del teléfono rojo
Acuerdos bilaterales y multilaterales
Pactos de no agresión y defensa del hemisferio
Norte Sur Este Oeste
Yace el deus ex machina
La causa primera
Del primer Motor
La fuente? (Tánger, 27)

Allí donde Neruda se hace una pregunta vital, trascendental, que se explica por lo dicho antes y por lo que dirá después, Etcheverry nos pone ante la técnica, la economía, la violencia, el poder poniendo con mayúsculas los términos tradicionales eufemísticos hasta terminar con los de la tragedia griega (Deus ex machina) y la teoría de la existencia de dios de Aristóteles en una violenta ruptura (Causa Primera, Primer Motor).

Todavía daré otro ejemplo de esta manera. Este ser, que se mueve como los pájaros, va:

Consecutivamente
Como mares despoblándose
Hasta dar con el cuerpo en las ciudades
Del Centro, del Norte... (Tánger, 27)

Neruda dice en Galope muerto:

Como cenizas, como mares poblándose,
En la sumergida lentitud, en lo informe.

Mucho más adelante emplea como eco a Machado:

Anduve por caminos pedregosos
Por ciudades, vistiendo diversa lencería

Me he mareado en diferentes cubiertas
He navegado por los siete mares (Tánger, 63)

Estas son algunas de las alusiones que encontramos. Sería interesante estudiarlas a fondo. Si me he referido a ellas es porque creo que Etcheverry echa mano a ellas por su carácter. Como las metáforas, fueron originales. Luego, el uso y abuso las trivializan. El hablante se encuentra en una situación parecida (nada nuevo hay bajo el sol, para citarlo) pero diferente, de ahí el vuelco de la expresión, su utilización en este intento pragmático del texto, en el sentido de establecer un nexo, una conexión con su lector y la situación de lectura y la real, al mismo tiempo que advierte el peligro de deslizarse en una poesía que ya es pasado y, sobre todo, que obedece a una concepción de la historia y de la realidad sobrepasada. Desde el comienzo, el hablante se ha visto como un peregrino de la poesía, como ese griego que se lanza al mar, como ese luchador no violento de Ahimsa, como el ser extraviado de los primeros poemas de Alturas de Macchu Pichu y de Galope muerto, como los narodniki que ahora puede ver como aventurerismo.

Pero de todas maneras, escribir no será fácil y:

Sólo podemos tocar el ángulo de las cosas con
Este rápido lenguaje.
Dejemos doblegar nuestras cuerdas vocales ante vuestro reclamo.
Vamos al grano (Tánger, 22)

Más adelante insiste:

No le tengamos miedo a los lugares comunes, tan viejos como la denuncia de los mismos (Tánger, 44).

Pero el afinamiento debiera llevarlo a un estilo objetivo y sobrio:

Esta es la descripción de dos cosas: el puerto, las gaviotas (Tánger, 49). Agrega:

Estamos de acuerdo en cuanto a la mantención de un tono más
menos general
Las confesiones de cada niña enamorada y cada joven aproblemado me aburren mortalmente (Tánger, 50)

Cuando leemos el autorretrato (hay dos o tres) comprendemos por qué su combate por desbaratar esa poesía perimida es una necesidad vital:

¿Cómo se puede detener las acumulación y el surgimiento de las Nuevas formas amenazantes, brotadas de la experiencia misma, como diría un buen materialista, como el que esto lee, como el que esto escribe? (Tánger, 53)

Estamos en un momento importante. Los poemas tienen un lector que es el otro yo del hablante. Los otros, son los de siempre, los carreristas, los preocupados de tener trabajos bien remunerados. El hablante pertenece a ésos que ha caracterizado a lo largo de los poemas y que parece ser “especie que se extingue con nuestra generación” (Tánger, 55). Sin embargo, tampoco ella puede sustraerse a ese dejarse ir:

Reconozcamos el enorme desperdicio de nuestras facultades
Y habilidades, de nuestro tiempo.
Reblandecimos en un Nivel De Vida relativamente alto.

Nos quedan como generación unos buenos diez años de rendimiento
Algunos tienden a creer que las tareas revolucionarias (I said that) implican juventud,
Craso error:
La juventud es la era del entusiasmo fácil (Tánger, 56)

El hablante dice eso porque:

Desde la salida misma de la adolescencia de algún modo había
Estado siempre buscando el paraíso” (Tánger, 57)

Y si no lo hace de una manera, lo hará de otra, como cronista, como fotógrafo.

Muchas veces en un sólo poema se producen las asociaciones que le llevan a conclusiones que para muchos no están contenidas en las premisas primeras:

Una vez alguien me dijo, desnuda...hay que hacer el amor con distintas personas,
con la misma persona, muchas, muchas veces...Mientras yo me inmovilizaba helado. Los buscadores de novedades no salen nunca del círculo de lo
Conocido
Como en el primer encuentro el joven preocupado por su
Desempeño no logra alcanzar una erección
Tratemos pues (y este es un consejo)
De rescatar lo diferente
Para eso Dios nos dio ojos y cerebro
Equilibrémonos como el acróbata en esta línea delgada (Tánger, 62)

Preocupación fundamental: no evitar lo que las cosas son disfrazándolas con un lenguaje falsamente prestigioso que liquidará su particularidad. Por otra parte, lo nuevo es raro y buscar donde no hay, y eso lo dice en otro poema, que ya nos queda poco, es caer en lo archiconocido. Más bien, y eso dicho sentenciosamente: rescatar lo diferente con la visión y la razón. El equilibrio entre los dos puede dar algo y eso debe hacer el poeta. Ni explayar su sentimiento ante la realidad, ni secarla con el logos.

El poeta tiene una aguda conciencia de su quehacer:

Yo nunca hice nada que no fuera una pradera de palabras en la
Oscuridad
Cuartillas blancas
Tinta negra y plumas aceitosas
Candelas de sebo
Ampolletas (Tánger, 63)

Si, agrega:

“Quizás sea posible concebir una estructura significativa que sea como una flor cuyo centro es el vacío, o mas bien una entidad abstracta (Tánger, 65)

que estará en conexión con otras cosas. Pero la realidad es que eso también implica una realidad que comienza a ser absurda y revitalizadora de los viejos fantasmas como los fundamentalismos e irracionalismos de todo tipo que pueden conducir, otra vez, a la catástrofe, al hambre, persecuciones, tortura, miseria, por eso:

“Qué lirismo no parece ridículo frente a la magnitud de estos acontecimientos”.

Como Canetti, el poeta debe reconocer que la poesía no servirá para impedir ni la brutalidad, ni la guerra, ni la muerte, pero que el poeta tiene la obligación de hablar y de creer que sí es posible, ser fiel a lo humano:

“Nos aqueja la vigencia de montar un nivel culto formal en el lenguaje. Las expresiones directas del yo a través de su manifestación pronominal no gozan ya de prestigio en los niveles académico y oficial” (Tánger, 69)

Sobrevolad como pájaros la roja floración anecdótica (Tánger,66).

Muchos elementos de la realidad parecen preludiar la oscuridad que va muy rápido y aquí la cita de W. Benjamín no es erudita, simplemente es uno de los primeros en advertir aquello de lo que fue víctima:

... mientras se suceden las noticias cablegráficas y se reproducen en un nuevo lenguaje (anunciado y descrito por Benjamín) –entre las voces- en forma paralela a las canas de mi cabeza: Los cuerpos atrozmente mutilados, las carcasas, el aniquilamiento de vastos sectores naturales –mientras se elevan las voces- sin embargo pulsados desde abajo, desde adentro, por idéntica floración rítmica (Tánger, 68)


(Y en efecto hubo muchos antes que nosotros, encandilados por los innumerables reflejos del mundo, entregados (Tánger, 69


Es por eso que siempre te he considerado mi amigo. Tú no te haces ilusiones, pero tu escepticismo esconde una moral fuerte, un amor por el hombre (pásame un cigarro) Tánger, 72.

Otra vez el coloquialismo que corta el rollo, esos cambios de tono para evitar la solemnidad o en el lirismo. El hablante no se deja atrapar por ese tono solemne que si bien necesita, debe al mismo tiempo ridiculizar con un giro que no banaliza lo dicho, sino que evita que lo dicho sea recibido en un nivel de lugar común, despojado de una esencial relación.

Los guiños son numerosos: Lautreaumont, Machado, Parra, de Rohka, Neruda. Hay parodias, ironía, utilización de versos con intenciones diferentes a las originales, en fin, varias cosas que sería bueno analizar, sólo hemos rasguñado algunas.

3. LAS ANTOLOGÍAS

En sus antologías va a reaparecer el poema Conversación con Erik Martínez que es una mirada casi melancólica sobre ese pasado combativo. Hay en su poema Epitafio a la escuela de Santiago un balance metálico de ese pasado, desertado por algunas figuras. El estado actual de la cuestión le hace decir que tal vez sería mejor nacer de nuevo pero, creo, no deja de ser una maldición a los desertores. Por otra parte, en la del 2004, Reflexión hacia el sur, su poema Homenaje a Gurdieff que, bien leído no puede sino reconfirmarnos en nuestra determinación de una actitud de fidelidad, entera y ética de su escritura. No estamos ante el principiante que, en su búsqueda de caminos, a pesar de sus convicciones político sociales se interesa en temáticas, filo y teosofías, creencias y saberes que las contradicen. Pero eso no es una paradoja sino la expresión cabal de la preocupación por las posibilidades que se le abrían a ese yo, preocupado naturalmente de sus propias elucubraciones y que va adentrándose en formas de ver y de advertir la realidad y de sumergirse en ella que le harán poco a poco eliminar una forma de hablar pero sin eliminar los fraseos y el uso de lugares comunes, citas y expresiones, de ese arsenal de mal gusto que había que arriesgar y que ahora domina. Eso ya lo podemos apreciar a partir de A vuelo de pájaro y sigue en Vitral con pájaros hasta alcanzar su más madura dimensión en Reflexión hacia el sur, hacia ese sur que nunca ha olvidado y que ve ahora claramente, mejor que en su primer libro, y que sin embargo cierra con un homenaje a Gurdieff que ya está lejos pero con el que guarda con deuda intelectual sino casi sentimental por lo que podría terminar diciendo, Etcheverry: quien nos viera y quien nos vio.

Lo cierto es que no podemos leer a Etcheverry de manera lineal, en el plano connotativo. Tenemos que hacer un esfuerzo muchas veces para entrar en la denotación, en el sentido segundo que está aludiendo con la utilización de un lenguaje que, a partir de lo cotidiano, se impulsa a otras regiones. Por eso, creo, repite poemas, porque reorganizan su pensamiento, son momentos privilegiados y quiere repartir de ellos, tocar tierra y elevarse y seguir oteando lo que hay más allá de las palabras.


3. 1. En 1998 Etcheverry publica una miniantología personal, A vuelo de pájaro, que no trae ni Introducción ni prólogo del autor, contrariamente a las dos antologías que seguirán el 2002 Vitral con pájaros y Reflexión hacia el sur del 2004. Los poemas: Que siga tocando la banda, Y la gente, Nilton y Conversación con Martínez reaparecen en Vitral. Gnosis, de El evasionista, figura en Vitral también. Por otra parte Textbook también contiene Conversación con Martínez, Termidur, El desprendimiento de los pájaros, El trono de San Pedro, Paraíso y Gnosis que están en Vitral. Sólo podemos hoy señalar que, a pesar de tratarse de poemas sueltos, o que podrían formar parte de Hablativo agente, es posible encontrar algunos temas que están en sus libros precedentes: la memoria del hecho chileno, la reflexión sobre la condición humana, la poesía y el rol del poeta.

3.2. En Vitral con pájaros se nos advierte que debemos considerarlo como un mosaico con elementos recontextualizables o como las piezas de una casa. Todo eso nos permite decir que si Etcheverry ha publicado tres antologías debe haber alguna razón que no creo sea la del prurito de publicar. Más bien, habría que pensar que todavía está buscando y que los nuevos poemas que se codean con los más antiguos son para él los que en determinadas circunstancias vitales tiene que armar de alguna manera para satisfacer ese deseo de actualización y de fidelidad a ciertos principios y, por sobre todo, a esa tensión creativa y a la búsqueda de las formas que lo satisfagan si no para editar una obra estructurada como un todo, para que cada fragmento, válido en sí mismo de alguna manera depare una relación con las teselas que lo rodean. Son unidades relativamente independientes por el color y la forma, tienen diferentes funciones pero configuran un todo significativo visto desde una cierta distancia. Y tal vez ésta sea la característica de la poesía de Etcheverry: iluminaciones, conflagraciones, composiciones y destrucciones, relámpagos y oscuridades, alturas y abismos, olores y sabores que, como la realidad no podrían ofrecer una unidad significativa más allá de la que le otorguemos en el momento de la lectura o en relación a la totalidad de su producción. De alguna manera: a lo Cortázar: Rayuela, Modelo para armar. Porque leer la poesía de Etcheverry ha sido como una larga conversación con acedotas, interrupciones, sobreentendidos, alusiones, interpolaciones, todo eso, regado con humor, ironía y un poco de desesperación y angustia muy tamizada por aquello de evitar el sentimentalismo. Pero Etcheverry, que se quiere, en su texto, como hablante poético, un cerebral, es más emotivo de lo que quiere admitir pero que a la postre termina por confesar. Y si no ¿por qué esa mirada nostálgica hacia el pasado y esas terribles reiteraciones sobre la gris realidad, sobre esas vidas mínimas o marginadas, sobre Chile, los chilenos, los desposeídos, los engañados, los humillados, los asesinados, los ofendidos y los torturados? Porque al lado de toda la biología, de la física y de toda la razón y de todos los análisis objetivos, Etcheverry no puede aceptar que se aplaste lo humano. Porque no puede impedir que la res extensa de nuestro cuerpo a pesar de todo, determine nuestra razón, que estemos condenados a cargar con nuestra laceria sin que la inteligencia, que comprende todo lo que sucede y que lo expresa, pueda hacer nada para remediarlo.

Estudio más amplio que éste merece esa dualidad entre las creencias aludidas, de las cuales Gurdjieff es sólo una porción, y una racionalidad a la que aspira pero que en varias oportunidades confiesa que es sólo como un seguro o un intento de que el logos domine al pathos. Como sucede en dos poesías: la de Millán y la de Zurita.

Vitral con pájaros es el libro de sus poemas regalones como dice Etcheverry y que resume muy bien sus concepciones poéticas y la definición de su quehacer. Desde Vitral con pájaros del 2002 y Reflexión hacia el sur momentos y circunstancias más banales, de lo que llama la “Épica cotidiana” hasta aquellos reflexivos en los que hasta habla de la gnosis (alusión casi al pasar que implica lecturas y concepciones de un momento en su evolución intelectual en los que el hablante compenetrado con la realidad termina por comprenderse mejor). Es indudable el deseo de Etcheverry de reiterar que la poesía surge de cualquier parte, que el material, la vida, es inagotable aunque a veces, nuestra visión condicionada, nos impida verla.

Retoma en este libro algunos temas, la constatación a veces nostálgica que ya no somos los mismos, que, de alguna manera, como dice Luis Lama:

“Un chileno es una fantasma cuya vida terminó en 1973” (falta ref.)

Pero hay un cierto orgullo por haber hecho cosas, entre ellas, haber escrito. Su poema “Conversación con Martínez” (que figura también en A vuelo de pájaro) dice:

No somos más los pájaros salvajes del 68
Que nos agarrábamos con el mundo
(A lo mejor sí,
a ratos
Por eso no nos va muy bien que digamos). (Vitral, 39

Llevar una forma de vida y, sobre todo, que eso implica un carácter de escritura, implica pagar un precio. Pero el poeta no se deja sobornar y vive, por eso:

“nos adentramos hacia arriba
Hacia lo alto” (Vitral, 60)

¿Y cómo no hará? Si a pesar de todo, en la ciudad hay belleza gratuita hasta en los nombres de las calles como lo expresa en el poema que abre A vuelo de pájaro: Termidur, Minuscabá.

Como en El evasionista, la lucidez del hablante poético esta muy conciente de la condición humana en Res extensa dice:

El cuerpo/ como este perro /sentado a nuestro lado/ que espera con ojos implorantes/ que le tiremos/comida/ que lo cuidemos/ que lo bañemos/ para matarle las pulgas/ que le demos sus remedios de vez en cuando/ Somos gente/ nuestra existencia oficial/ Es de la cabeza para arriba.
(Vitral, 72)

A este poema sigue El centinela:

Este cuerpo
Esta especie de tapa
De un libro fome
(y lo manejo
hasta cierto punto) (...)
y me preparo a engañar
a ese vigilante eterno
(...) Pero no se deja embaucar
y menos sobornar
Y la máquina
yace despierta esa noche
Y él también está despierto
Porque siempre está mirando. (Vitral, 73)

Si no controla su cuerpo, menos las relaciones con los demás que debe aceptar aun en sus momentos más anodinos

Por todo esto, cuando Etcheverry escribe “La esencia de la poesía” pone abajo entre paréntesis, que no está dedicado a Hölderlin, porque:

“De repente un animal
Con carne hecha de memoria
Ensueños, el paso del tiempo
Te muestra sus garras
(...)
la vida sigue su curso
Uno parado en la vereda
Eso es poesía
Y a lo mejor ni siquiera te publican”. (Vitral, 64)

Si para Hölderlin hemos sido abandonados por los dioses que, tal vez, volverán, a Etcheverry le interesa el hombre y su vida y su memoria aunque asumirla implique un desgarro. No se escribe poesía, se hace, como la vida, son formas de conciencia y experiencia y, a final de cuentas, para mí, es una forma de existencia de fidelidad, de asunción y también de conocimiento, de saber que la escritura, a pesar de todo, esté condenada al olvido y que, de alguna manera no sea vista como una forma no ya económica sino de acción sobre la realidad. Pero, como el hablante, a pesar de todo, sí lo cree, persiste en su escritura.

Tradicionalmente los poetas escriben por lo menos un poema que se llama Arte poética. En Etcheverry he encontrado sólo uno en Textbook. Pero hay otros en los que se habla de poética y poesía en Tánger. La esencia de la poesía y La poesía como pega es un trabajo enorme ambiguo, sin valor...el poema que lo complementa es: Tiempo libre, Idea para un concurso, Darwinismo, Icaro, Antipoema, y otros, son declaraciones de principios. En ellos el poeta muestra sus cartas, con las que no ganará pero a las que ha sido y será fiel; no se dejará ir, como los que, para decirlo con Neruda:

“Transaron las ramas de los vínculos”

Un buen ejemplo de ese tema que viene desde el primer poema del El evasionista, es La historia del hombre corcho, o gato, los carreristas, los que se ubican, los aduladores, los logreros a los que como su abuela, dice: Vade retro. Por eso, el recuerdo de los del sur le lleva a aceptar la casi inocencia de los emigrados y de los que allá viven, simplemente sin esas culpas que otorga ese afán de muchos de ubicarse, como sea.

El tema del poeta y su escritura se da todavía en ese Poema con final mantra. Vale la pena detenerse porque de alguna manera implica la persistencia de ciertos elementos muy queridos y, por otra parte, conjuga los aspectos religiosos con los de la filosofía del lenguaje a la Austin. Claro esta, eso lo digo yo. Recuerdo haber leído en mis años de estudiante un libro que se llamaba La curación por la palabra en la época clásica que escribió si la memoria no me falla, Pedro Laín Entralgo. Esa concepción griega se acerca mucho a la budista y a las religiones hindúes que practican ciertas formas de incantación. En el fondo, creo, todo poema es una incantación.


3,3. El hablante en los poemas de Reflexión se sincera:

Y no pecamos ni venial cuando decimos sin temor a los clichés
Que nos hemos parado frente a La Esfinge y le hemos hecho toda
Clase de preguntas
Pero que nunca supimos quién armaba las respuestas: nosotros o
La Esfinge
Y así andábamos, al borde del abismo, petrificados a medias, sin
Poder pasar al otro lado.
Un resto de pudor nos impide el uso llano de la primera persona
( Reflexión, 30)

Y el poema inventa un interlocutor, el hablante se desdobla, el conflicto que viene desde atrás no ha sido solucionado porque... tal vez no hay solución y es mejor que tal vez sea así:

Pero a mí me parece que tratas de hacerte la víctima
Oye, mira, eso estaba bien para el siglo diecinueve. Ya no tenís dieciocho años. (Reflexión, 32)

El hablante lo ha hecho todo, cree:

Pero al menos caminaba lleno de esa antigua corriente eléctrica
La de las luchas pasadas, las manos y la historia

No hay que creerle nada
Un texto siempre inventa un personaje (Reflexión, 32)

El yo y los de su generación, como dice otro poema, son hoy un resplandor extinto, sin embargo, creo que de alguna manera, esos Quijotes que retrató José Varela en un bello poema, algunos de los cuales han desertado, son como aquellos que sin poseer ya el resplandor en la hierba como dice el poema de Wordsworth, de todas maneras, queda algo, para decirlo con palabras de Tennyson:

“Aunque mucho se ha perdido, mucho nos queda; y aunque no somos ahora esa fuerza que antaño movió la tierra y el cielo, somos lo que somos: una invariable voluntad de heroicos corazones, debilitados por el tiempo y el destino, pero fuertes en su afán de luchar, de buscar, de encontrar y de no doblegarse”

Si el hablante desconfía de:

La poesía actual e hispánica para qué hablar de la chilena
Atraviesa por el vértice del ala incorpórea de ese gigantesco pájaro poético (Neruda) (...). Les pese o no, a muchos,
Díganme si hay una pizca de Neruda en lo que estoy haciendo, si yo me cobijo también bajo esa sombra gigante (Reflexión, 48)

Porque el hablante sabe que no se debe escuchar las palabras mesuradas ni sobre cocina ni sobre poesía. Se considera parte de un grupo de verdad poetas porque_

Nuestra poesía tiene que dejarse llevar por la tormenta. Deposita tu ritmo en este ritmo venido del otro lado del mundo, que se junta con el tuyo, una corriente brotada del Polo Norte. Juntos podemos hacer hasta la revolución. Yo no es un otro. (Reflexión, 36)

Dice, invirtiendo la proposición de Rimbaud: Yo es un otro (Je est un autre). Este es un poema de su último libro es la suma y síntesis. Etcheverry clama su identidad porque ha sido fiel a su memoria. Cuando Rimbaud, en una carta a Paul Demeny, el 15 de mayo de 1871 le dice: que se ha comprendido mal al romanticismo, como si la palabra fuera comprendida por el poeta. Y dice “Car je est un autre, Si le cuivre s¨il n´y a rien de sa faute. Cela m est évident : j asiste á l¨eclosion de ma pensée : je la regarde: je l¨ecoute, Je lance un coup d archet » Y luego enuncia su teoría del poeta como un voyant, un vidente por las alteración de todos los sentidos: todas las formas de amor, de sufrimiento, de locura. Podemos observar que en el caso de Etcheverry, la alusión no es gratuita ya que para ser otro debe alterarse completamente y ajustarse a las normas. Pero, por otra parte, en la comprensión de la exclamación de Rimbaud, Es responsable directo y asume sus escritos y no se ve como un poseso o un vidente transportado o en éxtasis. Rimbaud está inaugurando una nueva concepción de la poesía y a su vez Etcheverry la está subvirtiendo. Por eso, dice que hará todo lo que nunca ha hecho: voy a esconder mis garras y limar mis colmillos....pero todo eso es pura ironía, no lo hará. No, yo no es un otro. Yo es un otro, si el que llevaba puesto antes no te gustaba. Amor y razón, como en La bruja. Y, lo más importante, el rescate de la poesía como un quehacer intelectual lúcido y no el poeta como instrumento de fuerzas oscuras o como una identidad diferente a la del yo del texto. Y de alguna manera es Nietszcheano y orteguiano. Yo soy yo y mis circunstancias y rescata la concepción social del yo, política. Por otra parte, para Nietszche, el hombre debe ser inocente y autorrealizarse, debe llegar a ser lo que es. La obra y el hombre en todas sus dimensiones

Por lo dicho, considero que el carácter de la poesía la poesía de JE reside en buena medida en dos aspectos fundamentales que todavía podría resumir en la palabra estilo. Sí, no tengo, no tengamos temor de decir que nuestros escritores tienen estilo. Sobre esta famosa-maldita palabra se ha dicho mucho. Hay quienes sacan la frase Buffon: le style c´est l´homme hasta definiciones casi fisiológicas o estrictamente filológicas. Me aventuro a decir que en Etcheverry se da una buena conjugación de la expresión verbal, en su frase, en su vocabulario, en lo que alguien llamo los ademanes lingüísticos, en las modalizaciones, giros de palabras, dichos, frases hechas, sentencias, proverbios. El uso del lenguaje habitual y, por otra parte, lo que Proust llamaba la visión en el sentido de la visión de la realidad. Eso está presente desde su primer libro. Los temas y los motivos de su poesía se restringen, se amplían en un movimiento de vaivén, de cambios pero siempre hay elementos que persisten y que se funden en la expresión, es ése su estilo. Un estilo que sigue buscando. Tal vez el arte consiste en sus mejores logros, en esa búsqueda que configura obras que nunca se acaban y, por eso, tal vez, los poemas sueltos, la mini o antologías a secas cuya selección le incumbe al propio poeta. Búsqueda de expresión, de sentido, de deseo de comprender, de explicar, búsqueda siempre, viaje, obra siempre rehaciéndose, siempre mejorándose como aquel misterioso cuadro que se dice que Miguel Ángel llevaba siempre consigo, que miraba, pero que no dejaba que nadie más viera, que retocaba y que jamás terminó. Ojalá Etcheverry siga con ese paso rápido, con esa mirada penetrante y ese ánimo de buscar que nos lleva a hacerlo con él cada vez que lo leemos.

Por ahí caracteriza al poeta como un centinela, no es el único que ha dicho eso, como tampoco que nuestra residencia es la tierra y este tiempo, uno de penuria y de horror. Pero el poeta es también aquel que nos lleva arriba, con los pájaros, a un pasado en que se creyó en la utopía que todavía puede ser mañana. Es esa creencia, en el sentido orteguiano, la que le hace decir con determinación:

-Para eso somos músicos-
(...)
Hay que seguir tocando
aunque haya cuatro pelagatos,
vamos
andando
que siga tocando la banda
que siga tocando

Gatineau, Junio 2007
Bibliografía

El evasionista, Ottawa, ediciones Cordillera, 1981 (Edición bilingüe;
traducción de Christina Shantz
La calle, Santiago de Chile, Editorial Sinfronteras, 1986
Tánger. La bruja, Santiago de Chile- Ottawa; coedición Ediciones
Cordillera ediciones Documentas, 1990
A vuelo de pájaro, Ottawa, Verbum Veritas, 1998.
Vitral con pájaros, Ottawa, Editorial Poetas Antiimperialistas, 2002.
Reflexión hacia el sur, Saskatoon, Ediciones Amaranta Press, 2004
Hablativo agente (Internet)
Tetxtbook: Jorge Etcheverry: textBook. (Poesía)
http://www.letras.s5.com/etcheverry200603.htm

Bitácora: Jorge Etcheverry: Cuaderno de Bitácora
http://www.letras.s.5.com/etcheverry210603.htm

Vitral con pájaros de Jorge Etcheverry: la poesía fotografiada a colores

Zaira Espinosa

Decía William Blake: “la eternidad está enamorada de los frutos del tiempo.” Esa misma idea se distingue en Vitral con pájaros, poemario de Jorge Etcheverry. Versos eternizados que revelan sentimientos y espacios del modus vivendi de nuestra sociedad actual entrelazándose con el origen de una voz poética de lustros atrás. Para Etcheverry, además, el tiempo es paralelo al espacio. Canadá-Extranjero-Chile-hoy-antes-ahora. Vitral con pájaros es una selección de poemas que el mismo autor confiesa son de otras épocas. Sin embargo, cada uno de los textos se aproxima al presente como parte de una contemplación pausada y minuciosa de las relaciones humanas, el paisaje urbano y la bitácora viajera. Según Ethel Krauze: “la poesía más que conocimiento del mundo, es experiencia entrañable, visceral, una manera de estar en el mundo”. Aproximarse a la poesía de Etcheverry es verlo estar, por lo que más allá de una simple identificación de palabras e imágenes, la lectura resulta una apreciación fotográfica de la voz del poeta.

Foto uno
(El paisaje del tránsito vial y emotivo) Camino a un lado de Jorge Etcheverry. Conversamos, pero no se si al conversar él también retrata el derredor con las palabras que aún no se escriben o se pronuncian. Eso mismo sucede en las reuniones, en la mesa, reposando un tema con el vino tinto. Una mirada silenciosa recorre el lugar, el trayecto. Luego hay un momento en que los retratos suenan como un ferrocarril que se aproxima, cito: “…todos los hombres y mujeres/ sentados en el bus/ que conscientemente se anulan/ debajo de sus trajes y gafas/ los empleados, los intelectuales de barba/las mujeres funcionarias de rasgos angulosos/ y ojos pálidos/ que aprietan las piernas/ y ponen la frente lisa del día de negocios/ luego de la noche sexuada/ y el olor de la noche”. El tono de la imagen es de una cotidiana mañana-tarde-antes-hoy-aquí-allá, cualquier sitio urbano, cualquier tiempo, ambos con la cara impedida de otro rasgo que no sea indiferencia. Un tono graduado de silencios; un tono en altavoz, cuando el poeta quiere señalar las partículas flotantes entre miradas. En los poemas: “En el bus”, “Épica cotidiana”, “Caminos de la tarde”, “En el centro”, “Y la gente” se distinguen las imágenes coloridas de invierno, el sol primaveral, el deshielo de las relaciones humanas, la capacidad para apreciar esa “Nueva Jerusalén de tarjeta postal” que define el lugar que aglomera inmigrantes en el transporte urbano, sus lenguas y sus facciones. Etcheverry usa un lente de alta definición verbal, cito: “Y afuera del bus las calles/ impolutas vacías/ stark, drab, empty/ los edificios de concreto…/Y quizás valió la pena/ entonces/ venir a dar aquí/ y de repente, callado,/ sorprenderlos/ escucharlos, verlos/ y es que un poco / en cierto grado/ esas incontables masas allá abajo /allá lejos/ en el sur se concretizan como un rayo de sol/ en estas circunstancias”. Fotografía del exilio, una estampa trazada de evocaciones. Como en sus poemas: “Los viejos de Chile” o “Kale borroka”, el aquí-hoy se ensancha a un aquí-norte-sur-hoy-ayer-mañana. El interior se exterioriza en una impresión de todos los tiempos. Alguna vez fue sur, otras norte, las masas son viento que circula. La poesía, ventanal abierto, permite al viento correr. Por eso, diríamos que Etcheverry contiene en su pluma, o mejor dicho, teclado, el universo auténtico de la percepción que el lector identifica y asume a sus experiencias de vida como exiliado u otra calidad extranjera en país blanco, bien nutrido y de buen ver, Canadá.

Foto dos
(Escenario de poetas)En Poética de lo sagrado de Oscar Wong se reitera la idea: “la poesía, a través de la palabra, traduce los sentimientos en imágenes”. Etcheverry es poeta que retrata su oficio y lo satiriza, cito: “…tratando de condensar el universo/ en una estrofa, /reflejarlo en un objeto, /y a la vez guardar el paso /con la corriente de la realidad/ No es fácil /Me pregunto por qué gano tan poco /…me consuelo /pensando /que el trabajo de Cristo /era mucho más importante /y más difícil /y que lo crucificaron”. Para Etcheverry, escribir es un gran trabajo, domar a una “bestia”, sentarse en un café, esperar un ataque de verbos y confrontar indemne, esperar una lluvia que desborde las aceras de agua y salir a transportarse en la corriente. El retrato, o caricatura en su defecto, se convierte en eslabón que une ritmos e inventa testimonios de poeta, como en “Antipoema para restarse a beneficio”, cito: “los poetas que leen/ son todos pésimos /Conozco a todos los músicos /me sé sus canciones de memoria” Para Oscar Wong poesía es: “revelación, sensibilidad, emoción”, para Lichtenberg poesía no es como un lente para ver a los demás, sino un espejo; para Juan Agustín Goytisolo es el medio para cambiar el pulso, el ritmo de la historia; para el poeta nicaragüense Ernesto Mejía Sánchez: “escribir un poema es como recordar el futuro” , para el español Gabriel Celaya es “poesía-herramienta, a la vez que latido de lo unánime y ciego”, Xavier Villaurrutia veía en la poesía manos metálicas, compañía para hablar a solas; poesía según Salvador Díaz Mirón es: “pugna sagrada, ansia infinita de lo imposible”, Eliseo Diego dice que un poema no es más que la felicidad. Poesía para Jorge Etcheverry es “estar parado en una vereda”, sentir el curso de la vida, la metáfora tiene vientre, es insomnio, la noche tiene alas violáceas, reservar espadas en su funda, un animal con sus garras preparadas para desgarrar, una semilla en algodón. Etcheverry escribe la poesía con la mirada que domina el pulso de las calles, casas, personas. En la poesía de Vitral con pájaros, reitero, la imagen es nítida y sus colores destacan, cito: “El hecho es que cae la noche /no, no cae /pues ella no es ella, en verdad /no pájaro no doncella alada /para que pudiera caer desde lo alto.”

Collage
(Las mujeres)Mujer-musa, el norte-sur, la llama-sangre, la poesía-aire que se inhala, como los recuerdos que también a veces matan así como el humo del cigarro. La mujer en la poesía de Etcheverry, mata y da vida, ejerce las imágenes, las sobrepone del olvido. Vitral con pájaros contiene retratos de palabras-mujeres, sobre mujeres que sonríen dentro de esas palabras. Vemos a Etcheverry imaginando, percibiendo las sirenas, las divas, las amigas que ya no están (“Despedida”, poema dedicado a Yvonne América Truque q.e.p.d), a madre e hija que crecen sin parar de alma y sueños (La Gabriela grande y la Gabriela chica). En “Oda a una mujer enferma de la tiroides” Etcheverry evoca un deseo rojizo, monocromático, cito: “Me gustas /por tus ojos claros /y tus largas piernas paganas /Déjate crecer el pelo /y consume en las mañanas /levantándote del lecho/ comprimidos recetados /(tiroxina) /y que tus tobillos /y los dedos de tus manos /adelgacen /Sólo entonces serás mía”. La imagen adquiere textura, es un paisaje y al mismo tiempo un canto. Vitral con pájaros, es una obra de gran contenido visual en su lenguaje, sus palabras son fieles retratos del escenario de vida que el poeta Etcheverry capta con su pluma, nos transfiere más allá de una época, de un estado de ánimo, de un espacio urbano. Etcheverry vuelve la página en lienzo, y a cada palabra le da un rostro, hasta que tantos rostros, sonrientes-impávidos-tristes- aquí-allá-ahora-risa-llanto y mirando hacia el lector, son la poesía.

La minificción de Jorge Etcheverry: un juego verbal entre géneros

Magdalena Ferreiro

“Primero los gatos, subdivididos en: claros y obscuros, sinuosos (persas) y arrepollados (con frío)”.

Así empieza la “Enumeracion de animales” de Jorge Etcheverry. Allí se distingue entre osos “de verdad” y otros “con lengua de pañolensi” y se nos invita a ver una lámina uno que, de existir (y muchos desearían que así lo fuera), debería mostrar el asombro de una muchacha que ve brotar de su vientre una mariposa. No es la muchacha (y muchos también preferirían que así lo fuera) la que integra la taxonomía, sino la mariposa, cuidadosamente clasificada “según su comportamiento y origen”. Pero la lámina no está por ninguna parte, excepto tal vez fuera del libro. ¿Dónde? No en el mundo real, (si algo como eso existe), sino en uno saludablemente distorsionado y lúdico al que nos invitan textos como éste. Las ocasiones de visitar ese mundo son raras y preciosas. El sapo que describió Juan José Arreola, que despierta en primavera y descubre, tal vez apenado, que no sufrió ninguna metamorfosis, o el dinosaurio de Augusto Monterroso, que aún sigue allí cuando alguien se despierta (¿Quién?) nos ofrecen, como este texto de Etcheverry, salvoconductos a esa realidad que se entremezcla con la poesía para complicar la vida de quienes se dedican al análisis literario. Según Clara Obligado, los textos de este tipo “Recorren todos los géneros, todas las técnicas: se apoyan en otros textos, tejen vínculos con otras formas: son juego, poema, sentencia, bestiario, chiste, novela, fábula y hasta aviso clasificado”. En resumen, y por continuar en el reino animal, podríamos agregar que se retuercen como anguilas.

En el prólogo de su Antología del cuento breve y oculto, del año 2001, los compiladores Raúl Brasca y Luis Chitarroni confiesan haber incluido en ella “fragmentos de dudosa entidad cuentística”. Es que la minificción aparece frecuentemente enmascarada en libros de poesía, que han sido tradicionalmente el lugar de lo no tradicional. Si es raro, piensa el lector de cuentos “normales”, seguro que es un poema en prosa. El lector de poesía clasifica menos y tal vez disfruta más. No diré que el poeta disfruta más que el resto de los escritores o de la gente, ya que ése es un punto aún en investigación. Y adelanto que las conclusiones se ven lejanas y neblinosas. Por suerte. Pero el lector que se acerque a estos textos con una actitud abierta, descubrirá matices especiales de entusiasmo literario. Escribe Etcheverry: “Los centauros cortaron en dos los verdes campos cultivados. Luego dejaron en la tierra ablandada por la lluvia la fuerte pezuña de sus cascos. Al otro lado del mundo, claras mujeres de formas amplias se estremecieron con un temblor secreto”. Este fragmento del texto titulado “Cierta sed” fue publicado originalmente como poema en prosa, pero se sostiene por sí mismo y, como los centauros, deja huellas narrativas. En la contratapa de A vuelo de pájaro, antología de Jorge Etcheverry que incluye varios de los textos seleccionados para esta ponencia, se habla de “los poemas que integran este pequeño volumen”. De hecho, las minificciones del autor clasificadas como tales han sido sólo las seleccionadas para su publicación en antologías del género, como Cien microcuentos chilenos o MicroQuijotes, ambas preparadas por el académico chileno Juan Armando Epple. Es el caso de “La bolsa”, que aparece en MicroQuijotes y que deja el territorio de lo que podríamos considerar un minificción clásica para internarse en la crónica. “Si alguna vez esa bolsa aparece llena de explosivos, documentos o drogas, en cualquier aeropuerto, en allanamientos, en posesión de terceros, etc., quiero dejar constancia de los acontecimientos”—escribe el autor. Según Luis Correa-Díaz, de la Universidad de Georgia, ese texto “actualiza ‘el pequeño Quijote que todos llevamos dentro’, aunque más bien se trata de un pequeño Cervantes”. La minificción de Etcheverry, híbrida de nacimiento, se va de lo literario, mete las narices en lo periodístico, se da un baño de poesía y regresa por caminos narrativos. Confunde y encanta, a veces en tono de crónica y otros en tono de leyenda, como se aprecia en estos fragmentos de “El Rebelde”: “Él era el más justo entre nosotros, el del iris claro y las pupilas obscuras y profundas, donde todos nuestros secretos podían ahogarse, todas nuestras fiebres enfriarse. (...) Alguien dice que no existió nunca”.

En el prólogo de Cuentos breves y extraordinarios, probablemente la primera antología del género en lengua española, editada por primera vez en 1953, Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares señalan: “Lo esencial de lo narrativo está, nos atrevemos a pensar, en estas piezas; lo demás es episodio ilustrativo, análisis psicológico, feliz o inoportuno adorno verbal”—concluyen. Y tal vez ése sea el secreto de la sobrevivencia de la minificción, ese género siempre algo marginal a los grandes movimientos literarios, pero de buena salud “as time goes by”. Un género que invita a viajes algo inquietantes, como éste, que propone Jorge Etcheverry en “Jornada”: “Entre una pierna y otra pierna habrá una madeja negra y en medio de ella brotará una fuente de agua y más abajo habrá una cueva que indica el camino a los infiernos. El vientre será combado y húmedo. Saliendo de la enmarañada selva de cantos rodados y de algas, aplastando batracios y apartando serpientes encontraremos la depresión del Ombligo y luego de muchas lunas veremos las montañas, de las que brotan sendos chorros de leche. Pero nunca podremos alcanzarlas ni menos volver atrás”.En resumen, se trata de quemar naves desde el primer momento. Y, por qué no, también hasta el último.

Referencias

Borges, Jorge Luis y Adolfo Bioy Casares (selección y prólogo): Cuentos breves y extraordinarios. Buenos Aires, Santiago Rueda, 1967.
Brasca, Raúl y Luis Chitarroni (selección y prólogo): Antología del cuento breve y oculto. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2001.
Correa-Díaz, Luis; et al, “En torno a los MicroQuijotes editados por Juan Armando Epple, una lectura compartida” en www.puc.cl
Epple, Juan Armando (selección y prólogo): Cien microcuentos chilenos. Santiago de Chile, Cuarto Propio, 2002.
Epple, Juan Armando (selección y prólogo): MicroQuijotes. Barcelona, Thule Ediciones, 2005.Etcheverry, Jorge: A vuelo de pájaro- Miniantología personal. Ottawa, Verbum Veritas, 1998.
Obligado, Clara (selección y prólogo): Por favor, sea breve. Antología de relatos hiperbreves. Madrid, Páginas de Espuma, 2001.
Internet: www.escritores.cl
www.poesia-sexo-marihuana.com
www.puc.cl