Magdalena Ferreiro
“Primero los gatos, subdivididos en: claros y obscuros, sinuosos (persas) y arrepollados (con frío)”.
Así empieza la “Enumeracion de animales” de Jorge Etcheverry. Allí se distingue entre osos “de verdad” y otros “con lengua de pañolensi” y se nos invita a ver una lámina uno que, de existir (y muchos desearían que así lo fuera), debería mostrar el asombro de una muchacha que ve brotar de su vientre una mariposa. No es la muchacha (y muchos también preferirían que así lo fuera) la que integra la taxonomía, sino la mariposa, cuidadosamente clasificada “según su comportamiento y origen”. Pero la lámina no está por ninguna parte, excepto tal vez fuera del libro. ¿Dónde? No en el mundo real, (si algo como eso existe), sino en uno saludablemente distorsionado y lúdico al que nos invitan textos como éste. Las ocasiones de visitar ese mundo son raras y preciosas. El sapo que describió Juan José Arreola, que despierta en primavera y descubre, tal vez apenado, que no sufrió ninguna metamorfosis, o el dinosaurio de Augusto Monterroso, que aún sigue allí cuando alguien se despierta (¿Quién?) nos ofrecen, como este texto de Etcheverry, salvoconductos a esa realidad que se entremezcla con la poesía para complicar la vida de quienes se dedican al análisis literario. Según Clara Obligado, los textos de este tipo “Recorren todos los géneros, todas las técnicas: se apoyan en otros textos, tejen vínculos con otras formas: son juego, poema, sentencia, bestiario, chiste, novela, fábula y hasta aviso clasificado”. En resumen, y por continuar en el reino animal, podríamos agregar que se retuercen como anguilas.
En el prólogo de su Antología del cuento breve y oculto, del año 2001, los compiladores Raúl Brasca y Luis Chitarroni confiesan haber incluido en ella “fragmentos de dudosa entidad cuentística”. Es que la minificción aparece frecuentemente enmascarada en libros de poesía, que han sido tradicionalmente el lugar de lo no tradicional. Si es raro, piensa el lector de cuentos “normales”, seguro que es un poema en prosa. El lector de poesía clasifica menos y tal vez disfruta más. No diré que el poeta disfruta más que el resto de los escritores o de la gente, ya que ése es un punto aún en investigación. Y adelanto que las conclusiones se ven lejanas y neblinosas. Por suerte. Pero el lector que se acerque a estos textos con una actitud abierta, descubrirá matices especiales de entusiasmo literario. Escribe Etcheverry: “Los centauros cortaron en dos los verdes campos cultivados. Luego dejaron en la tierra ablandada por la lluvia la fuerte pezuña de sus cascos. Al otro lado del mundo, claras mujeres de formas amplias se estremecieron con un temblor secreto”. Este fragmento del texto titulado “Cierta sed” fue publicado originalmente como poema en prosa, pero se sostiene por sí mismo y, como los centauros, deja huellas narrativas. En la contratapa de A vuelo de pájaro, antología de Jorge Etcheverry que incluye varios de los textos seleccionados para esta ponencia, se habla de “los poemas que integran este pequeño volumen”. De hecho, las minificciones del autor clasificadas como tales han sido sólo las seleccionadas para su publicación en antologías del género, como Cien microcuentos chilenos o MicroQuijotes, ambas preparadas por el académico chileno Juan Armando Epple. Es el caso de “La bolsa”, que aparece en MicroQuijotes y que deja el territorio de lo que podríamos considerar un minificción clásica para internarse en la crónica. “Si alguna vez esa bolsa aparece llena de explosivos, documentos o drogas, en cualquier aeropuerto, en allanamientos, en posesión de terceros, etc., quiero dejar constancia de los acontecimientos”—escribe el autor. Según Luis Correa-Díaz, de la Universidad de Georgia, ese texto “actualiza ‘el pequeño Quijote que todos llevamos dentro’, aunque más bien se trata de un pequeño Cervantes”. La minificción de Etcheverry, híbrida de nacimiento, se va de lo literario, mete las narices en lo periodístico, se da un baño de poesía y regresa por caminos narrativos. Confunde y encanta, a veces en tono de crónica y otros en tono de leyenda, como se aprecia en estos fragmentos de “El Rebelde”: “Él era el más justo entre nosotros, el del iris claro y las pupilas obscuras y profundas, donde todos nuestros secretos podían ahogarse, todas nuestras fiebres enfriarse. (...) Alguien dice que no existió nunca”.
En el prólogo de Cuentos breves y extraordinarios, probablemente la primera antología del género en lengua española, editada por primera vez en 1953, Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares señalan: “Lo esencial de lo narrativo está, nos atrevemos a pensar, en estas piezas; lo demás es episodio ilustrativo, análisis psicológico, feliz o inoportuno adorno verbal”—concluyen. Y tal vez ése sea el secreto de la sobrevivencia de la minificción, ese género siempre algo marginal a los grandes movimientos literarios, pero de buena salud “as time goes by”. Un género que invita a viajes algo inquietantes, como éste, que propone Jorge Etcheverry en “Jornada”: “Entre una pierna y otra pierna habrá una madeja negra y en medio de ella brotará una fuente de agua y más abajo habrá una cueva que indica el camino a los infiernos. El vientre será combado y húmedo. Saliendo de la enmarañada selva de cantos rodados y de algas, aplastando batracios y apartando serpientes encontraremos la depresión del Ombligo y luego de muchas lunas veremos las montañas, de las que brotan sendos chorros de leche. Pero nunca podremos alcanzarlas ni menos volver atrás”.En resumen, se trata de quemar naves desde el primer momento. Y, por qué no, también hasta el último.
Referencias
Borges, Jorge Luis y Adolfo Bioy Casares (selección y prólogo): Cuentos breves y extraordinarios. Buenos Aires, Santiago Rueda, 1967.
Brasca, Raúl y Luis Chitarroni (selección y prólogo): Antología del cuento breve y oculto. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2001.
Correa-Díaz, Luis; et al, “En torno a los MicroQuijotes editados por Juan Armando Epple, una lectura compartida” en www.puc.cl
Epple, Juan Armando (selección y prólogo): Cien microcuentos chilenos. Santiago de Chile, Cuarto Propio, 2002.
Epple, Juan Armando (selección y prólogo): MicroQuijotes. Barcelona, Thule Ediciones, 2005.Etcheverry, Jorge: A vuelo de pájaro- Miniantología personal. Ottawa, Verbum Veritas, 1998.
Obligado, Clara (selección y prólogo): Por favor, sea breve. Antología de relatos hiperbreves. Madrid, Páginas de Espuma, 2001.
Internet: www.escritores.cl
www.poesia-sexo-marihuana.com
www.puc.cl
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